Carros más vacíos y facturas más altas. En Bélgica, al igual que en toda Europa, el aumento de la inflación hace que los consumidores se lo piensen dos veces a la hora de hacer la compra.
Para Letícia dos Santos, madre de dos hijos, estos días el objetivo no es otro que ahorrar para poder llegar a fin de mes: «Con dos niños muy pequeños, los costes son muchos», reconoce Letícia. «Pañales, leche en polvo… Son muchos gastos. Cuando voy al supermercado siempre busco promociones. Siempre cojo las cosas que están de oferta, sobre todo la carne. Los precios de las frutas y verduras han aumentado».
Con la inflación, los precios de la carne, el pan y las verduras están subiendo. Para los consumidores, una simple visita al supermercado se está convirtiendo casi en la búsqueda del tesoro con promociones de todo tipo. En muchos centros de la capital belga, es fácil comprar una segunda lechuga casi a mitad de precio de la primera.
Lamentablemente, es poco probable que las cosas vayan a cambiar pronto. La inflación repercute en toda Europa en los presupuestos de los hogares, que también tienen que hacer frente a la subida de las facturas de la energía. Las organizaciones de consumidores piden a los Gobiernos que actúen, abordando un problema que, según ellos, es estructural.