«La primera prueba siempre es apuñalar a alguien de la banda contraria y girar el cuchillo para que la herida sea grave. Cuanto más violento era, más subía de rango. Me drogaba e iba loco«. El testimonio de Arthur es duro. Pero es clave para afrontar una problemática que crece cada año en las inmediaciones de los centros escolares donde chicos como Arthur, captan menores que operen en sus bandas latinas bajo el amparo de la impunidad.
En concreto, este año, la Policía Nacional ha identificado a 86.697 personas relacionadas con bandas latinas sólo en la Comunidad de Madrid. De ellos, 25.000 eran menores, según los datos que arroja el III Observatorio de Bandas Latinas que cada año elabora el Centro de Ayuda Cristiano.
Alberto Díaz es el pastor de este Centro y está a la cabeza de este proyecto que a través del Grupo Fuerza Joven, se dedica a acoger a integrar a chicos que, como Arthur, quieren dejar atrás una espiral de delincuencia que en muchos casos, acaba mal.
La captación se centra en el entorno escolar
«Es muy preocupante la edad de ingreso que cada vez está descendiendo más. Hablamos de niños de 9 o 10 años que a través de un hermano o un primo están siendo utilizados para esconder armas o sustancias», explica Alberto.
El verdadero problema es que ven las bandas «como algo muy popular»; algo especialmente atractivo para perfiles vulnerables como niños con problemas de adaptación o con un entorno familiar desestructurado. Alberto incide en que el hecho de «que los padres y los profesores sepan identificar estos factores de riesgo de captación es clave para evitarlo».
«El entorno escolar es ahora mismo el principal lugar de captación» según este observatorio. De hecho, 8 de cada 10 jóvenes reconoce tener contacto con bandas en su entorno cercano y 1 de cada 3 profesores, sabe que hay pandilleros en sus centros.
El informe hace especial hincapié en las reyertas con arma blanca que se vienen detectando en las inmediaciones de algunos centros. «Este verano – recuerda Alberto – ha habido hasta un asesinato de un menor con arma blanca». Casi 500 armas se ha incautado al Policía Nacional en lo que va de año.
Este es el motivo por el que varias AMPAS de al Comunidad de Madrid han solicitado instalar arcos de detectores de armas a la entrada de los centros educativos. Tal es el temor entre algunos alumnos que «no van a clase por no cruzarse en el camino de ida o de vuelta, con estos grupos» que si bien «no han aumentado especialmente en número de integrantes, sí lo ha hecho su peligrosidad»
Nuevas prácticas: Santería, drogas y prostitución
Llama también la atención la detección de nuevas prácticas abusivas entre las que se ha detectado un aumento de las jóvenes que se prostituyen para aportar ingresos en las bandas así como las violaciones grupales. «Las bandas son sumamente machistas – apunta el pastor – explotan a las mujeres y las exponen sexualmente. Hemos tenido conocimiento de violaciones grupales donde la joven acaba siendo drogada y no tiene ni siquiera conocimiento de lo que le ha ocurrido».
Las drogas son la principal fuente de ingresos de estos grupos. Estos meses, la Policía ha levantado más de 4.300 actas por posesión y ha inmovilizado casi 1.500 artículos de santería; Una práctica que si bien ya se venía detectando en años anteriores, ahora presenta un aumento significativo sobre todo en los barrios de Usera, Vallecas y Vicálvaro.
Allí se han encontrado restos de ritos: «Uno de ellos, con cuatro huesos humanos cubiertos de sangre y unas semillas sumamente venenosas, capaces de acabar con la vida de una persona con una dosis de 3 microgramos», apunta el informe y que «no son hechos aislados», advierte Alberto.
El impacto en estos barrios ha sido fuerte y se han detectado grupos de defensa y patrullas vecinales.
Homicidios, robos y torturas
En el ámbito judicial, la principal novedad es que la AN ha investigado por primera vez a los DDP (dominican don’t play) por un homicidio en Illescas en el que estaban implicados 13 pandilleros.
Desde 2020 la Fiscalía ya incluye en su memoria un epígrafe dedicado a esta problemática que a nivel nacional todavía no se destaca, por el alto componente racial. En el caso de la Comunidad preocupa de forma especial la estadística que arroja la Justicia de Menores con 18 asuntos de justicia penal de los que ⅓ son relacionados con bandas. Entre 2017 y 2022, la Audiencia Provincial ha dictado 28 sentencias de homicidio, 66 de lesiones y 13 de tortura.
Perfil complicado de detectar y 34 escuelas en riesgo
El perfil de las bandas es cada vez más complicado de detectar. Para empezar porque la nacionalidad ya es en su mayoría española y porque ya no hay tatuajes, ni ropa identificativos para evitar llamar la atención. «En su lugar, se percibe un aumento en los colegios e institutos del uso de pulseras con los colores de estas bandas», explica el informe. Una manera de llamar menos la atención ante una mayor vigilancia policial. Aún así, hasta agosto se ha logrado detener a 772 personas.
La tendencia de las bandas es enmascarar su actividad con otras aparentemente legales a través de grupos culturales, «de baile, por ejemplo, en los que pueden captar jóvenes del barrio». Además, «se están detectando también nuevas modalidades de financiación» que conviene vigilar: Invierten en criptomoneda y utilizan a hackers para fraudes informáticos a entidades financieras.
Hasta 34 escuelas hay ahora mismo especialmente sensibles a esta problemática ante la que el Centro de Ayuda Cristiano propone acercar a las aulas testimonios como el de Arthur, que cuente de primera mano cómo las bandas someten a estos jóvenes y la creación de un teléfono 016 donde padres, jóvenes y profesores puedan pedir ayuda de forma anónima.