Sánchez y Feijóo utilizan la Constitución para golpearse durante crisis entre el TC y el Parlamento

sanchez feijoo
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Una sesión del Senado sido muy intensa

La manera que han encontrado Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo para apaciguar la crisis institucional ha consistido en usar la Constitución como si fuera munición infalible. No hay paz para los líderes políticos de España. Nada les invita a la tregua, a la concordia, a un vamos a sentarnos o a un a ver si hablamos. Nada.

Secuencia resumida de los hechos: el lunes, de noche, la mayoría conservadora del Constitucional decide que hay dos disposiciones en el dictamen de la proposición de reforma del Código Penal que no encajan en la ley que han de proteger. Obedecen a sendas enmiendas sin conexión temática. La propuesta, según se presentó, hablaba de cambiar la tipificación de varios delitos, no de cambiar las leyes del poder judicial y del propio Tribunal. El PP presentó un recurso de amparo y pidió parar el proceso. Acertó, a tenor del resultado, acorde a su propósito.

El pleno del TC pudo resolver el jueves pasado, cuando la norma aún navegaba por el Congreso, pero aplazó la resolución al lunes. Estaba ya la propuesta en el Senado. Y al Senado le ha caído el marrón: el alto tribunal decidió que esas disposiciones, al venir de esas dos enmiendas, debían salir del dictamen. La Mesa de la Cámara acató. Y acató el Congreso. Y acató el Gobierno a pesar de sus quejas y lamentos y críticas al PP.

Resulta que sólo se pueden desbloquear el CGPJ y el TC, según cupos de magistrados, si socialistas y populares se ponen de acuerdo. Pero es imposible. El precedente ocurrió hace poco más de un año: gracias a un pacto entre ambos partidos entraron en el Constitucional nuevos magistrados. 

Pero en vez de buscar el modo de solucionar el entuerto, y qué entuerto, Sánchez y Feijóo han preferido ponerse los guantes de boxeo y subir al ring del Senado, en donde los cara a cara entre ambos imbuyen a la Cámara en emociones inusitadas.

Vayamos al combate, que se puede describir con la siguiente sucesión de declaraciones ofensivas, como si fueran intercambios de golpes (dialécticos):

Primero:

Feijóo: “Va perfeccionando el manual de obediencia al independentismo”.

Sánchez: “Le recuerdo que hubo dos referéndum bajo un Gobierno del PP y una declaración unilateral de independencia con ustedes en el Gobierno”.

Segundo

Feijóo:  “Las bancadas socialistas le aplauden incondicionalmente tanto como cuando dice que es una línea roja y no se puede hacer –la consulta en Cataluña– como cuando dice que se puede hacer y por tanto ya no es una línea roja”.

Sánchez: “Sucede que los poderes que le acompañan, los poderes que la arropan y los poderes que les dirigen cada vez son menos ocultos; han conseguido quitar competencias que los ciudadanos y la Constitución  confirieron a las Cortes”.

Tercero:

Feijóo: “Una duda le planteo: ¿cuál será el último incumpliniento de su promesa? ERC ha pedido una consulta –en Cataluña–, el PSC la apoya, a algún miembro de su Gobierno le parece legítima. ¿Tiene fecha para celebrarla? ¿Va a seguir así? ¿Con el independentismo? ¿Alguna vez se pasará al constitucionalismo?”.

Sánchez: “El señor Feijóo lleva nueve meses en la política nacional y ha conseguido un hito: enmudecer a las Cortes Generales. Lo están intentando, pero ya le garantizo yo que el Parlamento va a hablar alto y claro”.

Cuarto:

Feijóo: “Deje ya de tomarle el pelo a los españoles; deje de provocar”.

Sánchez: “Tiene una particular forma de entender y de interpretar la Constitución”.

Quinto:

Feijóo: “Decir en el Parlamento lo que acaba de decir del Tribunal Constitucional no lo ha hecho nunca ningún presidente de España. Ha pisado el acelerador de la degradación institucional”.

Sánchez: “Lleva nueve meses y qué nueve meses para quien no iba a venir a insultar y a incorporar moderación. Ha llegado más lejos que su antecesor; será que no quiere correr la misma suerte”.

Estrategias

Ha habido más cruces, ha sido un no parar de hecho. Pareció este martes que el tono y el volumen de las dialécticas iban a suavizarse, bajarse, pero no. Frente a unos portavoces parlamentarios partidarios de llamar a la serenidad y a la calma, a “no exacerbar”, como dijo Patxi López en el Congreso, los líderes del PSOE y del PP han protagonizado un choque crudo, como los que hacen últimamente. 

Las actitudes responden a unas estrategias concretas, de exagerado sabor electoral. A Sánchez y a Feijóo se les nota que eligen palabras en función de los climas demoscópicos. El barómetro de diciembre del CIS se ha conocido este miércoles, horas antes del cara a cara en el Senado, y a los socialistas les ha salido mal y a los populares, bien. La diferencia se ha estrechado. 

Pero como al mandatario del PSOE no le soplaba la encuesta a favor y al del PP no le importa nada de lo que digan los sondeos de José Félix Tezanos, las proclamas y soflamas se han quedado como estaban. 

Sánchez ha insistido en que el PP es un partido constitucionalista, sí, pero según le interese, o sea, que de constitucionalista no tiene tanto. Lleva días con ese mensaje, lo repite sin cesar. Feijóo ha incidido en que el presidente, con su constante asedio a las instituciones, está reduciendo “a cenizas la arquitectura institucional que ha costado 40 años fortalecer”. 

El presidente ha recurrido otra vez al desmoronamiento del líder de los populares, que a su juicio flaquea por inconsistente. Primero se le destruyó “el apocalipsis” de la crisis, luego se le hundió la apuesta por bajar los impuestos, ahora se le está agrietando el “España se rompe” y se le apagará la identificación de Sánchez con un “tirano”.

La máxima autoridad de la oposición nuevamente ha apelado a los votantes socialistas, quienes, según su criterio, no son actualmente un magma compacto, un compendio ciudadano uniforme. “No se crea que todos los votantes del PSOE le van a seguir, esos –los senadores– sí, pero los de la calle no. Ya no le creen. Lo de ‘que viene la derecha’ no se lo creen”.

Conclusiones

El líder del PP ha rematado con un número político ya usado. Cuidado con los números escénicos tan usados en política. Feijóo, tras erigirse en defensor de la Constitución, otra vez la Constitución, y erigirse en estandarte de la división de poderes y de la “democracia plena”, ha presionado a Sánchez, o lo ha intentado, con la petición del adelanto electoral

Ahora bien, nuevamente tras insistir en que el PP es “el partido constitucionalista”, ha introducido un colofón que sintetiza bien la mezcla de consignas oratorias en las que anda el líder gallego: “El señor Pedro Sánchez Pérez-Castejón de 2019 no votaría al señor Pedro Sánchez Pérez-Castejón de 2022”. Porque esa ductilidad política del presidente, esos bandazos, los comenta el PP todo el rato.

El jefe del Ejecutivo, más risueño de lo habitual, más sarcástico también, ha rematado su intervención así: “Usted ha llegado demasiado lejos –con el recurso al Constitucional–. Usted habrá ganado unas cuantas semanas, pero ha perdido muchísimo; ha perdido el poco crédito que le quedaba”. En estas palabras se encierra una de las consignas ofensivas que más emplea el presidente: Feijóo no es tan solvente como se dijo.

Comparada con la sesión del Congreso, la del Senado ha sido trepidante. Medirse con el líder del PP, mejor en las encuestas que Pablo Casado, le motiva. Cree, además, que a Feijóo le incomoda. Intenta aprovecharse de ello. Con Cuca Gamarra, en la Cámara Baja, está menos motivado. Le ha afeado el “raca raca” del “Gobierno ilegítimo” (cosa que la portavoz popular no ha dicho), mencionó ya eso del “ha llegado demasiado lejos” con el recurso de amparo y soltó una muestra de mofa que no estaba mal. “Hasta han criticado el nombramiento del presidente de Correos. ¿Acaso Aznar nombró a Feijóo presidente de Correos por su dilatada trayectoria como cartero?”.

Quitando esto, se enzarzaron ambos en ver quién defiende mejor y más fuerte la Constitución. Entretanto, el Tribunal Constitucional de mayoría conservadora caducada sigue.