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La Organización Mundial de la Salud ha catalogado esta subvariante en vigilancia tras descubrir su expansión al 10,7 % de secuencias mundiales, pero las vacunas siguen siendo efectivas y no hay señales de mayor gravedad.

Una variante en observación, no en emergencia

La NB.1.8.1, detectada por primera vez en enero de 2025, representa hoy aproximadamente el 10,7 % de las secuencias genéticas del SARS‑CoV‑2 a nivel mundial. Ha sido identificada en 22 países, con una notable presencia en la Región del Pacífico Occidental. Pese a su rápido incremento —desde un 2,5 % a finales de marzo hasta este 10,7 % en mayo—la OMS mantiene su inventario dentro de las variantes «bajo vigilancia». Según la organización, no se observa hasta ahora un aumento en la gravedad de los casos ni en las hospitalizaciones, y las vacunas aprobadas ofrecen protección adecuada tanto frente a formas leves como graves de la covid‑19.

Lo que distingue a NB.1.8.1

NB.1.8.1 deriva de la variante recombinante XDV.1.5.1 y presenta mutaciones en la proteína espícula que facilitan una mayor transmisibilidad y cierta capacidad para evadir inmunidad natural o inducida por vacunas. Sin embargo, esta evasión es limitada y no parece afectar la eficacia de las dosis existentes. Aunque comparte algunos rasgos con otras variantes de Ómicron —como LP.8.1, aún predominante con el 39 % de casos—NB.1.8.1 ha experimentado un crecimiento notable en su prevalencia, lo que ha activado los sistemas globales de vigilancia epidemiológica.

¿Qué implica su clasificación por la OMS?

Catalogar NB.1.8.1 como “variante bajo vigilancia” permite activar tres líneas de acción según las directrices globales: promover estudios que prueben la neutralización por sueros, comparar indicadores de gravedad entre variantes e impulsar el rastreo constante de su evolución. Para los distintos países, esto implica reforzar la genómica —capacidad de secuenciar virus— y analizar si surgen cambios relevantes que puedan poner en riesgo la utilidad de vacunas o tratamientos.

Vacunas siguen protegiendo, pero sin bajar la guardia

Un dato clave: no se ha detectado un aumento de gravedad asociado a NB.1.8.1. Las vacunas, incluyendo las fórmulas actualizadas administradas durante 2025, mantienen su eficacia contra hospitalizaciones y casos críticos, en especial entre adultos mayores o inmunodeprimidos. Esta es la principal razón por la que la OMS no ha elevado la alerta sanitaria: las defensas actuales funcionan, lo que brinda tiempo para observar cómo evoluciona esta subvariante sin necesidad de medidas restrictivas extraordinarias.

Por qué es relevante para la población general

La aparición de variantes nuevas puede generar alarma, pero no todas representan una amenaza sanitaria. En este caso, NB.1.8.1 destaca por su rápido crecimiento, algo que alerta a los sistemas de salud pública sobre posibles trayectorias futuras. Además, muestra cuán esencial es mantener los sistemas de secuenciación activa para detectar cambios en patrones de transmisión o gravedad. Esto permite reaccionar a tiempo, por ejemplo, desarrollando nuevas vacunas si fuera necesario.

Prevención: qué podemos hacer hoy

Mantener las medidas de prevención vigentes sigue siendo útil. El uso de mascarillas en situaciones de riesgo, asegurar la ventilación de espacios cerrados y completar los esquemas de vacunación son estrategias sencillas y bien respaldadas. En un mundo hiperconectado y con constantes mutaciones del virus, estas acciones, combinadas con una vigilancia avanzada, son la mejor defensa ante emergencias que aún no existen.

¿Y mañana? Vigilancia y preparación

Los próximos meses serán decisivos para evaluar si NB.1.8.1 sigue aumentando o por el contrario es superada por otras subvariantes. El Grupo Técnico Asesor de la OMS continuará sus análisis y hará recomendaciones en función de nuevos datos. Si apareciera evidencia de mayor gravedad o resistencia inmunológica, se podría plantear actualizar las formulaciones de vacunas o ajustar protocolos sanitarios.

La covid‑19 sigue siendo una enfermedad dinámica. El surgimiento y expansión de NB.1.8.1 no supone una nueva alerta, pero sí un recordatorio de que la vigilancia global, la ciencia proactiva y la responsabilidad ciudadana conforman la mejor respuesta frente a amenazas emergentes.

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