Un estudio revela que el bienestar máximo durante las vacaciones se alcanza al octavo día. Más tiempo no siempre significa más descanso.
El descanso como necesidad biológica, no como lujo
En un mundo donde la productividad se idolatra, las vacaciones han pasado a verse como un lujo en lugar de una necesidad biológica. Sin embargo, el cuerpo humano necesita pausas para rendir física y mentalmente. Desconectar no es un capricho, es un mecanismo esencial para la salud.
La pregunta clave es: ¿cuánto tiempo necesitamos realmente para desconectar? La respuesta, según la Universidad de Nimega (Países Bajos), puede sorprender.
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Ocho días: el pico del bienestar vacacional
El citado estudio revela que el pico de bienestar vacacional se alcanza en torno al octavo día. Hasta ese momento, los niveles de felicidad y relajación aumentan, pero a partir de ahí, el efecto positivo tiende a estancarse e incluso puede revertirse si el descanso se prolonga demasiado sin propósito o estímulo.
Este fenómeno, conocido como «fatiga vacacional«, ocurre cuando aparece la sensación de estar cansado de descansar, algo más frecuente de lo que parece.
El problema no es cuánto descansas, sino cómo
La psicóloga laboral Bénédicte Pichard señala que el verdadero descanso no depende solo del número de días libres, sino de cómo se usan esos días. Si estás en la playa respondiendo correos o repasando informes mentales, no estás desconectando: estás teletrabajando con sombrilla.
Por eso, es esencial:
- Apagar notificaciones del móvil
- No consultar correos laborales “por si acaso”
- Dejar tareas resueltas antes de salir
- Establecer límites con lo digital
Vacaciones cortas, pero más frecuentes
En lugar de reservar un solo viaje largo al año, los expertos recomiendan dividir los descansos en escapadas más breves, lo que permite recargar energía varias veces. Esta estrategia mejora el bienestar emocional y reduce el riesgo de síndrome postvacacional.
Una mala práctica habitual es volver el domingo por la noche y reincorporarse el lunes sin margen. Lo recomendable es dejar unos días de adaptación al regreso, idealmente retomando el trabajo un jueves o viernes.
Ideas para desconectar sin moverte (ni gastar)
Desconectar no siempre requiere billetes de avión. Puedes reconectar contigo mismo desde casa o tu ciudad:
- Leer un libro bajo la sombra en un parque
- Retomar el deporte que dejaste de lado
- Hacer maratón de tus series favoritas
- Jugar a videojuegos sin prisa
- Pasear por rutas que no conocías
- Hacer crucigramas, sudoku o rompecabezas
Y lo más importante: dormir sin remordimientos, sin despertador ni culpas.
El poder de los ocho días: mucho más que descanso
Ocho días pueden parecer pocos, pero permiten:
- Explorar un país o cultura distinta
- Empezar un nuevo hobby
- Aprender a cocinar
- Reencontrarte con viejos amigos
- Conocer a alguien nuevo
- Recuperar hábitos saludables
En definitiva, en 8 días puedes resetear cuerpo y mente para volver con energía renovada.
La clave: planificar también el regreso
El descanso efectivo no termina con las vacaciones. Para evitar el impacto del «lunes postvacacional», es clave que el retorno a la rutina sea progresivo. Intenta conservar alguna de las actividades que disfrutaste durante tu descanso, como leer, pasear o desconectar del móvil en ciertas franjas del día.
Porque descansar también es avanzar
El descanso bien gestionado no es perder el tiempo, es prepararse para vivir mejor. Ocho días, bien vividos, pueden ser suficientes para mejorar tu salud mental, reforzar tu bienestar emocional y ayudarte a volver a tu vida cotidiana con más claridad y motivación.
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