Sonidos que de vez en cuando nos gustaría poder hacer desaparecer para simplemente disfrutar de un momento de silencio. Pero si le preguntas a Noah Higón, seguro se pregunta si alguien que piensa así «está loco». Esta joven de 23 años perdió el sentido del oído cuando sufrió un ataque séptico provocado por las siete enfermedades raras con las que tiene que convivir diariamente. Este jueves, un día después de su cumpleaños, ha recibido el mejor regalo posible: volver a oír.
«Es como volver a la vida. Cuando has oído y de repente te quitan ese sentido, es un impacto enorme. Me sentía un mueble en todos los sitios, y más ahora con las mascarillas». Ella es consciente de que será un camino largo, pero sabe que gracias al implante coclear que le han puesto podrá recuperar aquello que un día perdió. «Cuando has vuelto tantas veces a la vida, lo quieres todo. Y yo quería volver a oír«.
Noah no puede evitar emocionarse ante la noticia, tal y como se aprecia en el vídeo que acompaña a esta noticia. Acompañada por una madre que no aguanta las lágrimas de felicidad de una hija que recupera la audición, la joven se arma de valor. No es para menos, Noah ha conseguido «romper las barreras del silencio», afirma.
Diez meses de superación
La lucha de Noah, una de tantas, comenzó en octubre de 2020, cuando, tras un shock séptico, entró en un coma que le arrebataría la audición del oído izquierdo y parte del derecho. Los médicos intentaron que volviese a oír con diferentes tratamientos pero no hubo suerte. Entonces solo quedaba una opción: un implante coclear. El 14 de junio la operaron para ponerle la parte interna, la primera pieza que se necesita para recuperar la audición. Y diez meses después, el silencio a terminado. Los médicos han activado el implante.
Pero pese a este avance, Noah sabe que no será la primera ni la última noche que tendrá que pasar en el hospital. La joven valenciana lo tiene muy claro, pero eso no le impide aprender a ponerle color a sus días. «Mi vida es una montaña rusa, mañana mismo estaré todo el día con goteros y así…es seguir con una incertidumbre constante encima, pero sabiendo que tienes que construir tu vida a pesar de todo», explica.
‘Embajadora’ de una realidad que a veces el mundo no quiere ver
Y precisamente por su deseo de construir su vida ante la adversidad, Noah no dudó en ponerse manos a la obra. Con 18 años optó por estudiar el doble Grado de Derecho y Ciencias Políticas para después especializarse en discapacidad y «poder ayudar desde ese ámbito». Ahora ese es su propósito: ayudar a los demás.
Yo cuando lucho por esta causa no lo hago a título personal, no me interesa
Fue algo que aprendió cuando se dio cuenta de que su vida no era tan habitual entre personas de su edad, aunque sí entre un grupo de gente desconocida. Noah encontró a personas que tienen que lidiar día a día con enfermedades raras como la que padece. Y a veces, la batalla no se libra contra una única enfermedad, sino hasta contra siete, como es el caso de esta joven de 23 años.
Pero, lejos de rendirse, Noah nunca tiró la toalla. El optimismo que proyecta cada día, plasmado en el libro ‘De qué dolor son tus ojos’ que publicó a los 21 años y su activismo en redes sociales han ayudado al colectivo que, como ella, libran una batalla contra las enfermedades raras. Tanto, que el número de personas que agradecen su esfuerzo no deja de crecer. «Las enfermedades raras son las grandes olvidadas y la diversidad funcional también. Lo que hago no lo hago por mí misma, lo hago por todos los que vendrán».
Se paga un precio muy alto en las redes pero merece la pena por mostrar realidades que existen aunque el mundo no las quiera ver
Sus padres, los pilares de su vida
El ser humano, sociable por excelencia, necesita del apoyo de otros para salir adelante. Y si Noah dedica sus esfuerzos a apoyar a unos, ¿en quién se apoya ella? La respuesta es sencilla: en las personas que jamás la han dejado caer: sus padres. Aquellas que, cuando la joven no podías más, «se tumbaban conmigo para decirme que ya habría tiempo mañana para remontar».
Son padres y nunca dejarán de serlo. Noah cuenta que lo han vivido con sufrimiento, quizás más que ella misma porque aunque lo suyo sea cargar con el dolor físico, ellos llevan el «del alma», esa pena invisible que alberga un peso más profundo. Sea como fuere, Noah sabe que sus padres son los pilares más fuertes sobre los que sostenerse ante un dolor que empieza a llegar a su fin.