Tras una semana de enorme tensión en el Hemiciclo del Congreso, con insultos cruzados de uno a otro lado de las bancadas y con la sensación de que la llamada cortesía parlamentaria ya forma parte del pasado, los ciudadanos quisieron dar ayer un toque de atención a los diputados: menos bronca y más ingenio.
«Que pongan un poco más de orden… se pelean mucho», decía Benita, una mujer octogenaria que visitó ayer la Cámara por primera vez con motivo de las jornadas de Puertas Abiertas de las Cortes, que este año cumplen sus bodas de plata y se celebran para conmemorar el Día de la Constitución. Y es que falta el ingenio, la sorna y el debate dialéctico que no descalifica y que es capaz de sacar la carcajada al contrario. Comentarios de los ciudadanos que se colaron ayer en los pasillos del Congreso mientras los diputados de todo signo político les recibían con su mejor sonrisa. No era día de bronca y sí de dar explicaciones.
«Les he dicho que yo por mi edad conocí a Fraga y a Carrillo y que en aquella época las cosas se decían con humor y sorna, en vez de con crispación… entonces el poder del ingenio hacía soltar la carcajada… pero desde el respeto», comentaba Julia, madrileña de 69 años, que visitaba el Congreso por primera vez y que consiguió hacerse una foto con la presidenta, Meritxell Batet.
Las fotos en grupo, por separado, en familia, con diputados o incluso un selfie con el retrato de José Bono estuvieron a la orden del día dentro y fuera del Hemiciclo, que no dejó indiferente a nadie: «Qué maravilla… pero parece más pequeño que en la tele».
Aunque en esta ocasión, tras días de arduos debates con insultos incluidos, la mayoría de los visitantes pedía a sus señorías llegar a más acuerdos y no entrar tanto a la gresca. «Da pena verles a la gresca. No merece la pena porque intentando llegar a acuerdos ganamos todos», decía Francisco, de 25 años, que habló con varios diputados y «todos muy simpáticos», mientras una señora de León afirmaba que veía a los parlamentarios «supersimpáticos y cercanos».
También Antonio, sevillano de 69 años, echaba en falta más concordia: «Se ha perdido un poco el talante de la Transición, pero bueno también es bueno que haya vidilla y discrepen, aunque siempre desde el respeto claro». Una familia con su hijo de 21 años que venía de Málaga les pidió que den «una imagen real de lo que son» y que las descalificaciones no sean las protagonistas de los debates.
Dirigentes del PSOE, del PP, de Vox, de Unidas Podemos o de Cs mostraban así su mejor imagen, hablando distendidamente entre ellos y con los visitantes, que no solo se mostraban interesados por ver los «tiros» del frustrado 23F.