nuestra economía y del sector inmobiliario no afecta solo a las familias o a quienes quieren comprar una vivienda, sino también a las empresas que la construyen. La devaluación de los salarios o el encarecimiento de las materias primas son algunos de los ingredientes que están haciendo que la compra de vivienda se convierta en algo casi inalcanzable.
El sector está a punto de colapsar y los datos no dejan lugar a dudas. Comprar una casa o vivir de alquiler se está poniendo igual de complicado que hace una década cuando se sufrían las consecuencias de la burbuja inmobiliaria.
La devaluación de los salarios a consecuencia de la elevada inflación y el encarecimiento de la vivienda han provocado que para comprar una vivienda sea necesario dedicar el 33,4% de la renta de un hogar durante todo un año. Hay que remontarse a 2014 y a 2012 para encontrar datos similares a estos. Eso ocurría cuando se estaban sufriendo las consecuencias de la crisis de la burbuja inmobiliaria.
A ese dato se suma otro que afecta a las familias en la compraventa de viviendas. Según los últimos estudios del Banco de España, actualmente, tienen que dedicar, de media, el sueldo de 8,3 años para poder hacerse con una vivienda. Un dato que solo se había superado entre diciembre de 2005 y marzo de 2011.
Desde el sector de la construcción reconocen que el precio de la vivienda ha subido, pero denuncian que el promotor no gana dinero porque el margen de beneficio es prácticamente inexistente. Aseguran que actualmente construir una vivienda cuesta más de lo que se puede obtener por ella. Según el Banco de España, la rentabilidad de la explotación comercial de la vivienda alcanza el 10% de lo invertido en su construcción. Unos datos que no se alcanzaban desde septiembre de 2007, hace ahora ya 15 años.
Este es el motivo por el que muchas obran han tenido que ser paradas y en otras se han visto obligados a renegociar precios. Sobre todo motivados por el encarecimiento de los materiales como el acero, la cerámica, el hormigón, el aluminio o los plásticos y por la mano de obra que se ha encarecido, en el último año, entre un 7% y un 10%.
Los expertos también alertan de un problema de precio más que de oferta sobre todo en ciudades de pequeño y mediano tamaño donde hay pocas casas disponibles para alquilar, un amplio parque de vivienda vacía, y rentas elevadas. Y aunque una alta rentabilidad debería teóricamente aumentar la oferta aseguran que eso no está ocurriendo, concluyen.