lactancia materna
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Un estudio revela que la leche materna fortalece la microbiota infantil y reduce la presencia de genes de resistencia a antibióticos, incluso en bebés nacidos por cesárea.

Bifidobacterias, clave en la defensa del intestino infantil

La lactancia materna exclusiva durante los primeros meses de vida tiene un efecto protector contra bacterias portadoras de genes de resistencia a los antibióticos, gracias a su impacto positivo en la microbiota intestinal infantil, según revela un estudio reciente. Esta investigación se basa en muestras fecales de 66 bebés y sus madres, analizadas durante el primer año de vida del lactante.

El estudio ha demostrado que la leche materna favorece la presencia de bacterias del género Bifidobacterium, un grupo de microorganismos esenciales para el desarrollo de un entorno intestinal saludable. Estas bacterias tienen un papel determinante a la hora de proteger al bebé frente a infecciones y regular el equilibrio del ecosistema intestinal, limitando la proliferación de bacterias patógenas que presentan genes de resistencia antimicrobiana.

Un efecto que mitiga el impacto de la cesárea

Uno de los hallazgos más significativos de este estudio es que la lactancia materna exclusiva actúa como un escudo protector frente al impacto que puede tener el nacimiento por cesárea sobre la microbiota del recién nacido. El parto por cesárea implica una exposición más temprana a antibióticos y una colonización bacteriana diferente respecto al parto vaginal, factores que alteran la composición microbiana del intestino.

No obstante, los investigadores observaron que los bebés nacidos por cesárea y alimentados solo con leche materna durante el primer mes presentaban una cantidad de genes de resistencia muy inferior a la de aquellos que no fueron amamantados, y similar a los nacidos por vía vaginal. Esto sugiere que la lactancia materna puede revertir parcialmente los efectos adversos asociados al parto quirúrgico.

Metagenómica y clínica: un abordaje pionero

Este estudio ha utilizado análisis metagenómicos, una tecnología avanzada que permite estudiar la composición genética completa de los microorganismos presentes en las muestras fecales. A través de este enfoque, los investigadores no solo identificaron las bacterias que habitan en el intestino, sino también los genes específicos relacionados con la resistencia a antibióticos.

Además, por primera vez, estos datos se han combinado con información clínica y datos antropométricos (relativos a peso, talla y estado nutricional de los bebés), lo que ha permitido construir una visión global y detallada de cómo se forma y evoluciona el resistoma infantil (conjunto de genes de resistencia antimicrobiana) en condiciones reales de vida.

Lactancia como herramienta de prevención temprana

Los autores del estudio subrayan la importancia de promover la lactancia materna exclusiva durante al menos los primeros seis meses de vida, no solo por sus beneficios nutricionales e inmunológicos, sino también por su papel en la prevención temprana de enfermedades asociadas al uso de antibióticos. Reducir la exposición de los bebés a bacterias resistentes puede tener un impacto duradero en su salud y contribuir a mitigar la creciente amenaza de la resistencia antimicrobiana a nivel global.

En este sentido, la investigación se alinea con las recomendaciones de organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Sanidad, que promueven políticas de apoyo a la lactancia materna como una estrategia clave en salud pública.

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