Marcelino Fernández Arnáiz, conocido como el ‘Pederasta de Astillero’, un infame delincuente sexual en España, ha sido condenado nuevamente. La Audiencia Provincial de Cantabria le ha impuesto una sentencia de cuatro años y medio de prisión por intentar agredir sexualmente a una niña de diez años en un portal de Santander. Esta sentencia se dicta 14 años después de su último veredicto de culpabilidad.
El Ciclo Continuo de Reincidencia
Fernández Arnáiz es un pederasta que ha entrado y salido de prisión por abusos a menores durante más de dos décadas. A lo largo de los años, ha sido arrestado hasta en 21 ocasiones. Los años de detención, que incluyen 1980, 1983, 1986, 1990, 1999, 2000, 2002, 2003 y 2008, muestran un patrón escalofriante de conducta criminal reiterada.
En 2017, Fernández Arnáiz salió de prisión tras su última condena por abuso a una menor en Santander. Solo tres días después de abandonar la prisión de Dueñas (Palencia), donde cumplió una sentencia de cinco años por delitos similares, volvió a delinquir.
Nuevo Delito, Nueva Sentencia
En su última sentencia, el tribunal considera a Fernández Arnáiz autor de un delito de agresión sexual en grado de tentativa. La circunstancia agravante de la responsabilidad penal de reincidencia jugó un papel significativo en su condena, ya que ha sido condenado en otras ocasiones por delitos de la misma naturaleza.
Además de la condena a prisión, se le ha prohibido comunicarse o acercarse a la víctima durante nueve años. También ha recibido una medida de libertad vigilada de cinco años tras su salida de prisión y se le ha inhabilitado para cualquier profesión u oficio que implique contacto con menores durante nueve años. Además, deberá indemnizar a la víctima con 3.150 euros por lesiones y daño moral.
Un Relato de Terror y Valor
El día del incidente, el ‘Pederasta de Astillero’ se encontraba cerca de un portal cuando la niña regresó a su casa para recoger una sartén que había comprado su abuela. Según la sentencia, Fernández Arnáiz entró en el portal tras ella con intenciones maliciosas. La valiente niña, sin embargo, se resistió, golpeándole en la entrepierna y golpeándole en la cabeza con la sartén que llevaba. Esto obligó a Fernández Arnáiz a huir, sin lograr su malvado propósito.
Este caso subraya el ciclo interminable de abuso y reincidencia por parte de delincuentes sexuales y la necesidad de estrategias de rehabilitación más efectivas. También es un poderoso recordatorio de la importancia de enseñar a nuestros hijos a protegerse y defenderse.