La civilización egipcia siempre produce interés y resulta atrayente mas allá de cualquier tiempo; la admiración por una de las mas grandiosas etapas de la historia de la humanidad, con sus correspondientes periodos: arcaico, imperios antiguo, medio , nuevo, ptolemaico o copto, se renueva en cada ocasión, cuando se presenta la oportunidad de contemplar directamente parte de ese legado; así sucede al visitar la exposición Faraón Rey de Egipto, en el Museo Centro Gaiás, da Cidade da Cultura auspiciada por la Fundación “la Caixa “ y la Xunta de Galicia, incluida en la programación del verano Xacobeo 2021. La comisaria del Departamento del Antiguo Egipto y Sudán del British Museum, Marie Vandenbeusch , seleccionó 140 piezas procedentes de esas colecciones con las que fundamentó su discurso.

El planteamiento permite el acceso a esa figura central que ostentaba el poder político y religioso, dirigente de la nobleza, jefe de estado, sumo sacerdote, arbitro en los asuntos legales, a medio camino entre lo humano y lo divino, y en la que converge el sentido de una sociedad que en el mundo antiguo destacó por su nivel de avance y organización.

Al mundo egipcio se llega a través de lo que ha quedado; en ese territorio, el saber, los conocimientos científicos y artísticos se proyectaban desde el anonimato, por ello no se tiene constancia de los nombres de artistas, pensadores, autores que imaginaron la arquitectura, representada por medio de pirámides, mastabas, templos, palacios; o las pinturas, esculturas, objetos , orfebrería y jeroglíficos , volcados en papiros y relieves; los antiguos egipcios creían que esa escritura la había inventado el dios de la sabiduría Thot, a partir de las imágenes del entorno cotidiano, plantas, animales, figuras de la realidad, extractadas en aquello que las distingue.

La opulencia de aquella cultura se ve reflejada a través de las nueve áreas expositivas, en las que las explicaciones se ofrecen por medio de la potencia visual de las imágenes, y de la información paralela, que señala las diferentes etapas, los vaivenes y circunstancias por las que atravesó esa prolongada civilización de más de tres mil años de historia; situada en un territorio relativamente seguro gracias a las fronteras naturales, mar y desierto, que lo aislaban y en el que el Nilo sería uno de los ejes principales de la vida. En todo ese largo periodo hubo momentos de auge, conflictos y crisis, con otros países cercanos que fueron influyentes y dieron lugar a cambios en los reinados, y en la naturaleza de los correspondientes faraones, no siempre nativos de Egipto.

Simbolismo, poder, creencias en torno al más allá, quedan reflejados en las estatuas, en su identificación con las divinidades ( Horus y Osiris ), necesarias para la realización de rituales, en los relieves, en los objetos encontrados en los interiores de las pirámides que han desvelado parte del entramado de esa civilización en la que la religión ocupaba un lugar primordial.

Las figuras de Tutmosis III, Amenhotep, Ramsés II, Seti I, Hatshepsut, con sus símbolos ornamentales, revelan el grado de perfección y sofisticación de aquel arte representativo, y en cuanto a los materiales empleados para la modulación de esculturas y figuras, procedía generalmente de las canteras del país, con el colorido natural del bronce, piedra caliza, madera, oro, plata, en algunos casos objetos cerámicos y pinturas, es llamativa la presencia del denominado azul egipcio, como también serían característicos los colores rojizos de las columnas de los edificios de mayor nivel. Además de la encarnación escultórica, la figura del faraón estará presente en diferentes secuencias que muestran aspectos de su vida y entorno, imágenes hieráticas, hibridas y antropomórficas volcadas en frisos y murales.

Ese pasado tan atrayente fue un importante foco de influencia en el área del Mediterráneo clásico, de las culturas cretenses, griega y romana, en las que se dejaron sentir aspectos de la civilización egipcia; algunas de esas particularidades fueron recogidas en sus textos, por Herodoto, Platón y Plinio el Viejo. En cuanto al concepto de belleza, ligado a la mitología , lo instaurarían los egipcios y sería luego trasladado al mundo grecorromano para la personificación de figuras mitológicas y deidades ; existe un paralelismo entre algunas de ellas: Amon-Re-Zeus, Horus-Apolo, Osiris-Dioniso y en mayor cercanía, también ese ascendiente ha quedado en algunos pasajes de la literatura y del arte contemporáneo; los preceptos estéticos, escuetos, ilustrativos , simbólicos y signicos del arte egipcio, todavía siguen presentes.