Cómo guardar las torrijas para que aguanten más tiempo de un día para otro

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Las torrijas son una de las elaboraciones más repetidas durante la Semana Santa, ya que es una receta tradicional que suele gustar a todo el mundo y que, además, ofrece muchas variaciones y nuevas formas de elaboración adaptadas a todos los gustos.

Con chocolate, caramelizadas, con crema, al horno o fritas, sin gluten, con diferentes tipos de pan… son muchas las opciones y todas ellas se elaboran de forma fácil y rápida, pero hay que tener en cuenta la correcta forma de conservación de las torrijas, ya que llevan huevo y leche, dos ingredientes que no aguantan mucho tiempo antes de estropearse. Lo mejor es conservarlas en un lugar fresco y seco.

¿Cómo se conservan las torrijas?

En primer lugar, hay que saber que el mejor momento para comerse las torrijas es cuando están recién hechas y calientes. Quien lo prefiera, puede esperar un poco a que se atemperen, pero lo cierto es que recién hechas es cuando más sabrosas están.

Debido a los ingredientes que poseen las torrijas, estas pueden aguantar hasta tres o cuatro días sin estropearse, aunque con el paso del tiempo pueden quedarse más secas si se han hecho al horno o, si se han frito y continúan empapadas, se pueden quedar demasiado blandengues.

De hecho, gracias a su alto contenido en grasa, pueden aguantar sin ni siquiera meterlas a la nevera, ya que la grasa es un conservante natural. También se puede optar por meterlas en la nevera dentro de un recipiente hermético, aunque se recomienda sacarlas una hora antes de su consumo para que se atemperen.

De este modo, lo mejor es conservarlas en un lugar fresco y seco, sin necesidad de nevera, siempre y cuando las condiciones del exterior no sean de mucho calor, algo que puede terminar por estropear las torrijas. Eso sí, siempre se recomienda cubrirlas o taparlas para garantizar su conservación.