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Un marzo negativo para el tejido empresarial castellanomanchego

Los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan una dinámica preocupante para el tejido empresarial de Castilla-La Mancha durante el mes de marzo de 2025. Según estas cifras, la región experimentó una caída del 10,3% en la creación de nuevas sociedades mercantiles en comparación con el mismo mes del año anterior, mientras que las disoluciones empresariales se dispararon un 78,4% en tasa interanual.

Este balance mensual sitúa a Castilla-La Mancha en el grupo de comunidades autónomas con peor comportamiento empresarial, con un notable descenso en el dinamismo emprendedor y un incremento alarmante en el número de empresas que echan el cierre.

269 nuevas empresas creadas: una caída en capital y en iniciativa empresarial

Durante el mes de marzo se constituyeron 269 nuevas empresas en la región, un número sensiblemente inferior al registrado en marzo de 2024. El capital suscrito para estas nuevas sociedades fue de algo más de 6,13 millones de euros, lo que representa un descenso del 42,75% respecto al mismo periodo del año anterior.

Estos datos no solo evidencian una reducción en el número de iniciativas empresariales, sino también un menor volumen de inversión inicial, lo que puede traducirse en proyectos más pequeños, con menor capacidad de generación de empleo y menor impacto económico.

66 empresas disueltas: el peor dato interanual en España

El dato más llamativo de este informe mensual es el que corresponde a las 66 empresas que se disolvieron en Castilla-La Mancha en marzo, una cifra que representa un aumento del 78,38% en comparación con marzo del año pasado.

Motivos de disolución:

  • 40 empresas cerraron de forma voluntaria.
  • 11 sociedades lo hicieron por fusión con otras empresas.
  • 15 compañías se disolvieron por otras causas no especificadas.

Este nivel de cierres sitúa a Castilla-La Mancha como la comunidad autónoma con mayor incremento en la disolución de empresas, seguida por Cantabria y La Rioja. Este indicador refleja un grave deterioro del clima empresarial y puede estar vinculado a factores como la falta de rentabilidad, problemas financieros o una excesiva presión fiscal y regulatoria.

Las ampliaciones de capital, única nota positiva

En un contexto marcado por la contracción, el único dato alentador proviene del número de ampliaciones de capital. En marzo se contabilizaron 66 ampliaciones en Castilla-La Mancha, lo que supone un aumento del 17,9% interanual. Sin embargo, el capital total suscrito en estas operaciones fue de 16,04 millones de euros, lo que implica una caída del 28,3% respecto al mismo mes de 2024.

Este comportamiento mixto sugiere que, si bien algunas empresas buscan reforzar su estructura financiera, lo hacen en un contexto de menor disponibilidad de recursos, posiblemente por dificultades para acceder a financiación o por la necesidad de ajustar estrategias de crecimiento.

Comparativa nacional: Castilla-La Mancha entre las más afectadas

A nivel nacional, la creación de sociedades mercantiles cayó un 0,8% interanual, sumando un total de 10.596 nuevas empresas en marzo. Se trata de la cifra más baja para este mes desde 2020. Además, la disolución de sociedades aumentó un 8,5%, con 1.984 cierres registrados, lo que equivale a una media de 64 empresas cerradas por día.

Comunidades con mejores y peores registros en creación de empresas:

  • Crecimientos más destacados: Aragón (+57,8%), Castilla y León (+29,34%) y País Vasco (+27,67%).
  • Caídas más significativas: La Rioja (-19,23%), Cataluña (-16,61%) y Galicia (-15,06%).

En cuanto a las disoluciones:

  • Mayores aumentos: Castilla-La Mancha (+78,38%), Cantabria (+58,82%) y La Rioja (+33,33%).
  • Descensos más notables: Cataluña (-18,54%), Canarias (-13,41%) y Extremadura (-11,54%).

Un escenario desafiante para el desarrollo económico regional

El conjunto de estos datos pone de manifiesto la fragilidad del ecosistema empresarial de Castilla-La Mancha, que se enfrenta a un doble desafío: por un lado, la caída en la creación de nuevas sociedades, y por otro, el incremento del número de empresas que desaparecen.

Este panorama exige una respuesta institucional urgente para favorecer el emprendimiento, reducir trabas administrativas y ofrecer mayores incentivos a la inversión, especialmente en un momento donde muchas empresas todavía se están recuperando de los efectos económicos derivados de crisis recientes y cambios estructurales en el mercado.