La parroquia de Baio no llega a los 850 vecinos censados. Y, a pesar del bajón que va a pegar en las próximas estadísticas, su media de edad es la de una población considerablemente envejecida.
«Una casualidad», nos decían entonces. Obviamente nada planeado, pero no por ello menos curioso. Todas viven en la misma calle y, por lo tanto, sus pequeños, enseguida llenarán de risas y gritos el ambiente, porque sí, ya están aquí. Cumplido el plazo lógico; Izan, Mariña, Liam, Martiño, Sabela, Pablo,… Han llegado.
Sus madres, como vecinas que son, se conocen. Han compartido las necesidades y pormenores de sus embarazos y ahora de la crianza. Entre tantos partos, lógicamente, hay todo tipo de experiencias. Madres primerizas, otras más experimentadas, más cercanas a los 20, más próximas a los 40, con mejores experiencias en el paritorio, con partos más complicados… Pero en lo que todas coinciden es en la gran sonrisa que se les dibuja en la cara con sus pequeños ya en brazos.
Esta es la parte bonita, pero también la hay más seria. Reclaman una guardería en su localidad, algo que no tienen por lo que las que necesitan este servicio para conciliar y poder reincorporarse a su trabajo, tienen que hacer varios kilómetros para llevar a sus pequeños. Reclaman también un servicio de pediatría más amplio y parques y servicios para los más pequeños. Lo necesario, aseguran, para aumentar la natalidad en estas localidades más pequeñas. Ellas, desde luego, su parte la han cumplido. ¡Enhorabuena!