futbolistas profesionales y que inculcan una excesiva competitividad en una actividad que debería servir para el aprendizaje y la diversión de los más pequeños.
Es una situación que no solo se da en casa sino que se traslada al campo y se convierte en más presión sobre los niños y los árbitros. En ocasiones, en los casos más extremos, los progenitores insultan al equipo rival, cuestionan al árbitro o desacreditan al entrenador desde las gradas.
Ángel Andrés Jiménez, conocido como el árbitro de la paz, cuenta las experiencias que ha vivido desde dentro del campo: «He visto la violencia desde todas sus caras, desde insultos hasta amenazas y deseos de muerte«. Por eso, tomó la decisión de que en el momento en el que hubiesen más insultos se retiraría del arbitraje. En su segunda etapa como árbitro, en 2007, ante cualquier situación de tensión estableció su propio protocolo: primero hablar con el delegado, después llamar a la Policía y por último retirarse del terreno de juego.
Su visión del deporte base es clara. Consiste en transmitir valores de honestidad y deportividad a los chavales. «Creo en el VAR: Ver, animar y respetar», dice sobre el ambiente que debería haber en estos partidos. «Quiero que los niños me ayuden cuando me equivoco porque creo que así es como debe ser la vida. Si vas creciendo con visión de respeto es más fácil construir el futuro», dice.
Plataforma 090
José Urbano es técnico del Ayuntamiento de Málaga. Explica que decidieron crear a la plataforma como respuesta a la preocupación de algunos padres que veían como sus hijos no jugaban en un ambiente sano. Su objetivo es formar clubes responsables. Crearon un sistema de embajadores y los formaron para que estudiaran lo que veían en los campos.
Los embajadores se coordinan con los clubes para que estos al final sean autónomos y estén implicados. Que creen un código ético y que entre todos se consiga erradicar la violencia de los campos de los niños. «No somos un órgano sancionador, sino como mediadores», explica Urbano sobre la función de la plataforma.
«La legislación es algo básico, si el deporte profesional tiene organismos para que no haya violencia y funciona, en el fútbol base también debería haberlos», dice. De hecho, Urbano explica que fue incluso al Consejo Superior de Deportes para explicar esta idea e insiste en la importancia de que las administraciones y clubes se impliquen. «Es importante legislar hacia abajo para erradicar la violencia», comenta.
Así funciona la plataforma
Por este motivo, desde el Ayuntamiento de Málaga decidieron crear hace 2 años una plataforma en la que clubes, padres y madres, árbitros y deportistas trabajan juntos para concienciar, crear un ambiente seguro y erradicar la violencia en el fútbol base de los campos municipales de la ciudad. Según explican en la web de la plataforma, el 90% del deporte no profesional en España está asociado al fútbol. Explican que aunque la violencia en los campos profesionales decrece, aumentan los incidentes en las gradas de los campos infantiles.
El nombre de la plataforma (090) hace referencia al objetivo de la misma: 0 violencia en 90 minutos. Esto lo pretenden conseguir amparados bajo el marco de la legislación, pero también con la formación y para ello cuentan con la colaboración de Policía o psicólogos especializados en concienciar.
Además de estas bases, los otros pilares del proyecto son el análisis para identificar qué factores generan conflicto, la difusión para implicar a toda la sociedad y el trabajo de campo destinado a actuar en las diferentes campos con asesoramiento profesional.
La importancia de los ejemplos
Tanto Ángel como José insisten en que es muy importante el ejemplo que los chavales ven en casa. Ambos coinciden que en los partidos complicados en las categorías inferiores el foco está en la grada.
«El caso más habitual es el de padres que se hacen hooligans de ese equipo», explica Urbano. «Para educar a un niño hace falta una tribu y los padres tienen mucha importancia en ese proceso», añade Jiménez haciendo referencia a un proverbio africano.
«Hay casos en que los niños no están disfrutando del juego», es una afirmación en la que conceden los dos. De hecho, José Urbano resalta el caso de niños que se ven muy presionados por lo que ocurre en la grada y que pasan de rendir muy bien en los entrenamientos a no saber qué hacer en el campo. «No hace falta insultar para que un niño perciba tensión en el campo, muchos padres simplemente dan instrucciones y nosotros intentamos hacerles ver que, en realidad, no han ayudado al equipo«, sentencia.
Aunque de momento aseguran que tienen poco impacto, insisten en que programas así, de extenderse, pueden contribuir a paliar cualquier violencia en el deporte base para construir un futuro mejor en todos los ámbitos.