Europa explora alianzas comerciales en América Latina para fortalecer su independencia de Rusia y China

cumbre iberoamericana
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La cumbre iberoamericana de Santo Domingo ha acabado sin estruendos. Sin acuerdos y desacuerdos de gran impacto. No ha sido posible en la declaración final una mención específica a la guerra de Ucrania, pero sí una defensa «del derecho internacional incluyendo los principios de soberanía«. Tampoco se ha logrado acordar un mensaje a los organismos internacionales para que faciliten el acceso al crédito de los países de renta media.

Sánchez anuncia inversión social en América Latina durante la presidencia española de la UE

El balance oficial son tres documentos. Una propuesta de Ruta Crítica de Seguridad Alimentaria, Incluyente y Sostenible en Iberoamérica, la Carta Medioambiental Iberoamericana y la Carta Iberoamericana de Principios y Derechos en Entornos Digitales. Pero desde el punto de vista de España y de Europa, la cita en República Dominicana ha supuesto el primer paso para la cumbre UE-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) de julio en Bruselas, impulsada por el Gobierno español, y que se celebrará durante el semestre en el que nuestro país preside la Unión Europea. Un encuentro que lleva 15 años sin realizarse. «Algo hemos hecho mal para que tanto tiempo haya pasado sin que compartamos una reflexión común», aseguró el Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE, Josep Borrell, que ha estado en Santo Domingo, la primera vez que un mandatario europeo participa en una cumbre iberoamericana.

Tanto su presencia como su discurso fueron reveladores de lo que Europa busca ahora en América Latina. «La confluencia de estas dos cumbres en menos de seis meses mandan una potente señal política al mundo y muestran nuestra voluntad de mayor coordinación». Un mundo que ha cambiado con la pandemia y con la guerra de Ucrania y que ha hecho entender a la UE que su dependencia de Rusia y de China le debilitaba. El concepto de seguridad ya no es el mismo de hace una década. «Hemos descubierto que las dependencias, que eran elementos que construían la paz, también son armas que se pueden volver contra nosotros», recalcó Borrell. «La excesiva dependencia de Europa del gas ruso hizo creer a Putin que podía invadir Ucrania porque no reaccionaríamos. Cuando llegó la pandemia descubrimos que no producíamos ni un solo gramo de paracetamol».

En este contexto entra en juego el subcontinente. «Queremos evitar que nuestra relación con China nos genere dependencias como las que hemos tenido con Rusia en la época de los hidrocarburos». «Europa y América Latina tienen la ocasión de mostrar que todavía la relación comercial es fuente de progreso», afirmó. La UE y España, en su semestre de presidencia, quieren cerrar en este periodo el Acuerdo Global con México y los de Asociación con Chile, con Centroamérica y con el Mercosur. Los europeos, recordó el Alto Representante, somos el «principal inversor en América Latina», se ha invertido más que en Rusia, China, India y Japón juntos. Podemos, dijo, «escribir una nueva página de progreso en la historia de la humanidad y para eso tenemos que reforzar nuestra cooperación y ser socios fiables».

Proveedores a cambio de inversión

Este es el principal balance de la cumbre iberoamericana, el movimiento anticipado de una Europa que busca proveedores de confianza en América Latina y que, a cambio, promete impulsar su desarrollo económico. Tanto el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como el Rey, han avanzado que la cumbre UE-CELAC pondrá sobre la mesa financiación. Sánchez anunció una «agenda de inversiones» con «proyectos de alto impacto estratégico y alcance regional, vinculados con la transición ecológica, pero también con la agenda social«. Felipe VI precisó que contarán «con el respaldo de la UE y los estados miembros, así como de instituciones financieras con presencia regional», como el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Banco Centroamericano de Integración Económica.

Se pretende dar un paso fundamental en una región que está perdiendo impulso, cercada por la pobreza -15 millones más de pobres que antes de la pandemia- y la desigualdad, a merced muchas veces de dictadores. Con la libertad en riesgo en todo el planeta fue precisamente el Rey quien destacó que «en un mundo tan convulso las naciones de nuestra comunidad iberoamericana deben mantenerse unidas y hacer oír su voz en la defensa», dijo, de «la democracia, el estado de Derecho, los derechos humanos, las libertades fundamentales, la justicia social y el multilateralismo».

Pero la voz más atronadora fue la del presidente de Chile, Gabriel Boric, que demandó «no callarse» contra la «dictadura familiar» en Nicaragua de Daniel Ortega y su mujer Rosario Murillo, marcando así distancia con otros gobiernos de izquierda, en este caso, como Venezuela y Cuba, totalitarios y populistas.