El “Informe de calidad de vida y felicidad ciudadana en España” de 2022 no deja lugar a dudas: los españoles ahora son menos felices, un 2,5% menos, que en 2021. Con la pandemia ya casi superada, lo que les preocupa y condiciona más es su situación laboral y económica.
Esta radiografía de la sociedad española, desarrollada desde el Observatorio de Intangibles y Calidad de Vida (OICV), se ha hecho sobre la base de 2.270 individuos encuestados.
El perfil de la felicidad ciudadana pasa por individuos que comparten su vida en pareja, cuentan con estudios más allá de los obligatorios y tienen una edad avanzada. En cambio, los jóvenes son los más vulnerables en calidad de vida.
La familia sigue siendo el principal factor de satisfacción, junto a la confianza en el vecindario y el clima laboral. La crisis energética y de precios preocupa gravemente al ciudadano; su situación económica condiciona mucho más su felicidad y varía de acuerdo con la comunidad autónoma de residencia.
La precrisis económica condiciona la calidad de vida ciudadana
Desde los organismos internacionales se han determinado diversos índices sobre calidad de vida. Se trata de indicadores multidimensionales, entre los que el PIB o la renta de los ciudadanos resultan ser clave, pero donde también se integran otros factores como el estado del bienestar, la transparencia, la imagen del país, los derechos humanos, las condiciones laborales, e incluso el clima o la generosidad de sus ciudadanos.
De esta forma alcanzamos a medir la felicidad ciudadana que, desde el OICV, definimos como “el bienestar y satisfacción con la vida logrados por el individuo a través de su entorno social en sus esferas residencial, familiar y laboral”. Para muchos investigadores, la eficiencia de este indicador de crecimiento es superior a la del PIB.