La soja texturizada es un esencial en la cocina de aquellos que buscan eliminar la carne de su dieta cobrando cada vez más protagonismo en las despensas de nuestras casas. Se trata de un alimento que se obtiene de la legumbre de la soja, más concretamente de su harina; no contiene colorantes, ni aditivos químicos y es 100% natural, según su etiquetado, aunque no siempre es verdad. Además, se caracteriza por ser una fuente de proteínas y fibra excelente, por no contener azúcares añadidos y por su escaso contenido en grasa y sal, por lo que la mayoría de los expertos están de acuerdo en que comer más alimentos de origen vegetal puede tener un efecto positivo en la salud y recomiendan su consumo.
¿Cómo se produce?
La proteína vegetal texturizada se creó inicialmente como un subproducto del aceite de la soja, una legumbre de más de 5.000 años de antigüedad. Gracias a la ayuda de una prensa de alta presión extrusora, la grasa se separa de la soja previamente calentada a la que se le añade ocasionalmente productos químicos como el hexano o el cloruro de sodio. Una vez retirado el aceite, se pulveriza y lo que queda como resultado es una harina o una pasta que contiene un porcentaje muy alto de proteínas.
La materia obtenida se transforma en copos, pepitas, trozos y tiras, modificándola a través de la boquilla de una máquina mientras aún está caliente. Una vez que se fría, la proteína vegetal texturizada mantiene su forma pero se vuelve extremadamente resistente, fibrosa y un tanto dura, por lo que para usarlo para su consumo se debe de rehidratar. La mayoría de los productos de proteínas vegetales de este tipo absorben de dos a tres veces su peso en agua u otros líquidos para que el producto adquiera una consistencia aceptable, por lo que se aconseja tratarla con calor (preferiblemente vapor de agua).
Este alimento se vende envasado y deshidratado, sin sabores ni especias añadidas. La alta demanda y su reciente popularidad han llevado a las grandes superficies a convertirla en un producto indispensable de sus estantes, generalmente en la sección de alimentos ecológicos. Su precio oscila los 6 euros el kilo, aunque puede variar dependiendo de la marca y el establecimiento.
Beneficios para la salud y ventajas
Los valores nutricionales por 100 gramos de soja texturizada son 364 kcal, 4 g de grasas, de las cuales 0,6 g son saturadas, 30 g de carbohidratos, 4 g de fibra, 50 g de proteína y 0,04 g de sal. Al tratarse de un alimento deshidratado posee un contenido de agua no muy alto y una concentración de nutrientes entre los que se encuentran el fósforo, calcio, vitaminas del tipo B y especialmente destacable por su aporte en hierro (unos 9 mg por cada 100 gramos, cantidad muy superior a las fuentes de hierro de origen animal). Asimismo, se caracteriza por contener isoflavonas que cumplen una función antioxidante en el organismo.
Además, por su riqueza en proteínas y fibra sacia fácilmente aportando, a su vez, muy pocas calorías por su escasa composición de grasas, por lo que es un alimento indicado para los consumidores que buscan mantener la línea o reducir su peso. Según los expertos en nutrición, el remplazo de proteínas de origen animal acelera la reducción del colesterol en sangre, así como también podría ser óptimo para revertir dislipemias en el organismo. En definitiva, dichas características hacen que la soja y sus derivados, un alimento de gran ayuda para cuidar la salud cardiovascular y mantener un funcionamiento correcto de nuestro organismo.
Los productos de proteína vegetal texturizada suelen tener un precio asequible, apto para todo tipo de bolsillos. El consumo de este tipo de alimentos incluyen numerosos beneficios:
- En condiciones normales este tipo de productos tienen una vida útil de aproximadamente un año. No se requieren congeladores ni cámaras frigoríficas.
- Si a la hora de hidratarla nos excedemos con la cantidad, puede ser conservada en la nevera, en un recipiente herméticamente cerrado, durante tres o cuatro días.
- Las proteínas vegetales texturizadas pueden enriquecerse con vitaminas, minerales y otros suplementos para proporcionar una nutrición equilibrada en el producto envasado final.
- Las proteínas vegetales procesadas mantienen su estructura tras la hidratación y proporcionan una textura similar a la carne.
- Normalmente absorben dos o tres veces su peso en agua y tienen propiedades favorables para la absorción de grasa.
- Están menos expuestas a las bacterias en comparación con las carnes de origen animal.
- Se les puede añadir todo tipo de colorantes y aromatizantes y pueden ser dimensionados para parecerse a una amplia variedad de productos alimenticios.
Su uso culinario
Como hemos indicado previamente, la soja texturizada suele comercializarse deshidratada por lo que es preciso hidratarla previamente en cualquier líquido para que adquiera una consistencia adecuada. Asimismo, al tratarse de una materia bastante insípida existen varios trucos a tener en cuenta para lograr un plato lleno de sabor. Este proceso es muy sencillo, solo necesitamos depositar la soja en un recipiente hondo y cubrirla con el doble de agua en volumen, tras 15 minutos estará a punto. Pero si lo que queremos conseguir es aprovechar este tiempo para que a su vez el producto adquiera sabor, lo recomendable es dejar reposar la proteína en un líquido ya sazonado o condimentado, como por ejemplo un caldo, para que así dicha materia absorba todos los matices.
Concluido el proceso de hidratación, la soja se pasa a un colador y se deja escurrir. Cuando consideremos que el exceso de agua ha sido eliminado comprobaremos que haya adquirido una consistencia blanda, porosa y fibrosa similar a la carne que puede ser salteada con un poco de aceite de AOVE, hierbas, especias, salsas variadas o los condimentos que más te gusten. Y es que se trata de un producto muy versátil; entre las recetas más populares se encuentran los tallarines a la bolognesa, tacos, hamburguesas, pizzas… Todos ellos tomando la soja texturizada como sustituta de la carne.