Blanca Li, Rubén Olmo, Jesús Carmona, Sara Baras, Antonio Ruz y Kayoko Everhart explican cómo gira su vida en torno al baile
Madrid. La danza, una de las artes escénicas más castigadas por la pandemia, celebra hoy su Día Internacional. Para bailarines y coreógrafos, esta disciplina es “una manera de vivir”, “la expresión de una cultura”, la semilla “de todos mis recuerdos” y, en definitiva, “la manera de comunicarme con el mundo”.
Así lo han explicado a Efe Blanca Li, Rubén Olmo, Jesús Carmona, Sara Baras, Antonio Ruz y Kayoko Everhart.
El director del Ballet Nacional de España, Rubén Olmo (Sevilla, 1980), explica que “bailar puede hacerlo cualquiera. “La danza es el movimiento que nace del instrumento más importante que tenemos los bailarines, el cuerpo. Es una expresión artística individual, pero a la vez es la expresión de una cultura, de un pueblo”.
Y, como tal, debe ser “difundida y protegida, porque forma parte de nuestra historia”. Olmo atribuye a la danza el “papel de Cenicienta de las artes escénicas”, solicita subvenciones a más compañías privadas y espectáculos y que se amplíe su visibilidad para que el público la conozca mejor.
En la misma línea, la directora del Festival Madrid en Danza, la bailarina y coreógrafa Blanca Li (Granada, 1964), señala que es necesario ayudar a las compañías a “sobrevivir en el día a día y a los bailarines, para que consigan los mismos derechos que cualquier trabajador”.
Añade que, para revitalizar la danza, los teatros deberían programar más espectáculos de cualquiera de sus disciplinas e incentivar al público a descubrirlas.
Una realidad que ella, como directora de los Teatros del Canal, ha impulsado en sus salas, además de transformar el proyecto iniciado en 2009 como Centro de Danza Canal (CDC) en Centro Coreográfico Canal (CCC), “con la intención de crear un espacio de investigación para los creadores”.
El ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, dijo hace unos días durante su visita al Conservatorio de Danza de la Diputación de A Coruña, que la danza era “la más olvidada de las artes escénicas”, una razón por la que se ha comprometido a prestarle apoyo con la creación de un Centro Nacional de Difusión.
Apoyo institucional es lo que solicita el bailaor y coreógrafo Jesús Carmona (Barcelona, 1985), galardonado con el Premio Nacional de Danza 2020, para el que la danza es “toda mi vida, todos mis recuerdos”, por eso piensa celebrar su día bailando.
Considera que para revitalizar el sector, en estos momentos de crisis, habría que empezar por “ampliar los aforos de los teatros”, pues se ha demostrado que son “espacios seguros donde se siguen los protocolos sanitarios”.
Y coincide con Li en que son necesarias campañas que acerquen a la población a la danza española, desde la tradicional a la más vanguardista, para atraer al público, una educación que -reclama- “debe comenzar en el colegio”.
En el mismo sentido se expresa la bailaora y coreógrafa Sara Baras (San Fernando, Cádiz, 1971), quien considera que para dar impulso a la danza hay que “quererla, sentirla y valorarla” y añade que el baile enseña tanto disciplina física como mental, fomenta la creatividad y la imaginación.
“Sería importante que fuera parte de nuestra educación, de la misma manera que se enseñan dibujo o música”.
Para Li, la danza “es una manera de vivir”, el hilo conductor de su vida, el que le ha permitido conocer gente increíble y descubrir otras culturas.
Antonio Ruz (Córdoba, 1976), Premio Nacional de Danza 2018, ha sido bailarín de la Compañía Nacional de Danza hasta que decidió crear la suya propia. Para él, “la danza es energía, es dinámica, es la música del cuerpo” y la mejor manera de celebrarla es bailando.
Sara Baras asegura que, para ella, la danza es “mi manera de comunicarme con el mundo” a través del arte en forma de movimiento, expresando sentimientos, compartiendo ritmos, angustias o alegrías. Este año lo celebrará bailando, ensayando Momentos, el espectáculo que estrenará en el Festival de Pedralbes.
Kayoko Everhart (Tokio, 1983), primera figura de la Compañía Nacional de Danza (CND), también ensaya sin descanso, considera que la CND ha tenido “mucha suerte” al haber regresado a los escenarios pocos meses después del comienzo de la pandemia.
“En las circunstancias actuales, es un regalo poder bailar cada día. Algo que hace un año y medio parecía rutinario se ha convertido en una celebración”, señala.
La bailarina explica que, durante años, la danza fue su manera de escapar de todos sus problemas y emociones y no sentir “nada” mientras se enfocaba en la “técnica y la búsqueda de la perfección”.
Ahora, sin embargo, no quiere huir, bailar es la mejor manera de conectar con “mis sentimientos verdaderos y expresarlos sin miedo”.
Everhart predice una “explosión” de creatividad tras el parón impuesto por la pandemia: “El mundo de la danza está ansioso por expresarse”. EFE