2020: el año con menos asesinadas pero no menos violencia machista

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El primer asesinato ocurrió el día de Reyes. Rubén Darío mató a Mónica Linde y a su hija Ciara en el día en que deberían haber estado abriendo regalos. El último fue en Nochevieja. Costinel Clincea acabó con la vida de su mujer, Ionela, delante de sus dos hijos, una niña de 10 años y un niño de ocho. En 2020, el año de la pandemia del coronavirus, 45 mujeres han muerto a manos de sus parejas o exparejas. Es el año con menos víctimas mortales por violencia machista desde que empezó el recuento oficial en 2003.

Pero los asesinatos son solo la punta del iceberg: menos crímenes no significa, ni de lejos, menos violencia. También en este asunto la covid ha tenido su efecto. Uno de los momentos más peligrosos para la vida de las víctimas es cuando deciden marcharse. Durante el confinamiento, los cuatro meses en los que se registraron menos asesinadas que en todos los años anteriores, ellas no podían irse mientras ellos sí podían ejercer el control sin cortapisa. El virus ha obligado a las mujeres a convivir 24 horas bajo el mismo techo con sus agresores, “en una cárcel con su maltratador”, explica la psicóloga Marisol Rojas.

Hasta la fecha, y a falta de que se confirmen dos casos en investigación, en los 17 años que España recopila datos de violencia machista, 1.078 mujeres han sido asesinadas por violencia machista, igual que 37 niños y niñas. Otros 304 menores han quedado huérfanos. El descenso de asesinadas en 2020, el año más bajo de la serie histórica, se explica sobre todo por las limitaciones del confinamiento. Durante cuatro meses —el estado de alarma en España se extendió entre el 14 de marzo y el 21 de junio— hubo ocho mujeres asesinadas, menos de la mitad de las 19 registradas en el mismo periodo de media en el resto de años. En los meses posteriores los datos de asesinadas fueron similares a los de años previos. ¿Qué ha ocurrido?

Momento de mayor riesgo

El riesgo de sufrir agresiones aumenta cuando ellas dicen que se marchan y ellos ven que pierden el control. Es un aspecto que reflejan año tras año los informes del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Es, de hecho, una de las preguntas que la policía hace a las mujeres que acuden a denunciar a las comisarías para valorar el peligro que corren: si ha anunciado a su pareja que va a separarse.

“Durante el confinamiento, las mujeres han estado totalmente bajo el control de sus maltratadores, que han sabido en todo momento dónde estaban y qué hacían”, explica Marisol Rojas, psicóloga especializada en violencia machista. Es lo que se llama la violencia de control: “He atendido a mujeres que durante esos meses decidieron no contrariar en nada a sus parejas para que no se enfadaran. Las mujeres aprenden muy rápido a no llevar la contraria para que no desemboque en agresión”.

Así lo explicaba también la delegada del Gobierno contra la violencia de Género, Victoria Rosell, en una entrevista reciente con EL PAÍS con motivo del 25 de Noviembre, día para la erradicación de la violencia contra las mujeres: “Quien conoce el ciclo de la violencia sabe que, cuando el agresor controla más a la víctima, no se desencadenan las agresiones físicas, pero estas otras formas de violencia, la psicológica y de control son muy duras, sostenidas en el tiempo y con pocas posibilidades de alivio”.

Las víctimas “han tenido más dificultades para pedir ayuda, para salir. Han soportado muchos más delitos sin denunciar”, añade Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del CGPJ. En los meses más duros de la pandemia bajó también el número de denuncias. En el primer semestre de 2020, según datos del CGPJ, hubo un 12,4% menos que en el mismo periodo de 2019, hasta un total de 70.723 denuncias. La brecha se redujo en el tercer trimestre, con un descenso del 5,08% (42.854). “Tenemos un repunte. Es ahora cuando las mujeres acuden a los juzgados para contar episodios que tuvieron lugar durante el confinamiento y que entonces no pudieron contar”, explica Carmona.

Hubo un indicador que sí se disparó en esos meses: las llamadas al 016, un servicio que pasó a funcionar las 24 horas. Hubo hasta un 60% más en abril respecto al mismo mes de 2019. Fueron 8.632 llamadas. El Ministerio de Igualdad habilitó un servicio de chat, previendo que algunas mujeres ni siquiera podrían hablar por teléfono en voz alta mientras vivían encerradas con sus maltratadores.

No ocurría antes de la pandemia ni ha pasado tampoco durante este 2020. No es habitual que las mujeres denuncien en los casos más graves. Solo una de cada cinco asesinadas desde que comenzó el recuento en 2003 habían denunciado previamente a su agresor. En 2020, el porcentaje fue aún más bajo: dieron la voz de alarma un 15,6%. Todos los esfuerzos están puestos en detectar el peligro por otras vías, desde los servicios sociales al médico de cabecera. O la familia y los amigos, que siguen sin sentirse mayoritariamente concernidos. Apenas en un 2,5% de los casos es el entorno el que pide ayuda.