Decir que los seres humanos somos “polvo de estrellas”, no solo es una forma poética para hablar de nuestra existencia en el Universo, sino que realmente es algo que describe de dónde vienen los materiales que nos forman.
De una u otra manera, podríamos decir que el origen fundamental de la vida, al menos sus elementos químicos, es extraterrestre.
Porque los elementos que constituyen a los seres vivos, se forjaron en algún momento en la vida y muerte de estrellas que existieron antes que nuestro Sistema Solar.
Pero, qué tal si el polvo que limpiamos todos los días en casa, es realmente “polvo de estrellas”?
Polvo de meteoritos
Todos los días llegan a la Tierra miles o quizá millones de meteoritos, pero no te asustes: son micrometeoritos que pesan menos de 1 gramo.
Y son algo común en nuestro vecindario, pues son fragmentos de meteoroides, cometas, asteroides y otras rocas más grandes, que han estado por aquí desde los inicios del Sistema Solar.
Se ha estudiado que como son partículas muy pequeñas la fricción con la atmosfera no las derrite o desintegra por completo a diferencia de lo que pasa con meteoritos de mayor tamaño.
Por su origen, la mayoría de estas motas de polvo extraterrestre, están compuestas de elementos metálicos, como níquel y hierro.
Saber su composición ayuda a identificarlos aquí en la Tierra, pero, ¿cómo distinguirlos de toda la tierra que hay en la Tierra?
Micrometeoritos congelados
Aunque estos micrometeoritos caen por toda la Tierra, incluyendo el techo de tu casa y las calles por donde caminas, es cierto que necesitamos ciertas condiciones especiales para identificarlos.
Para empezar, necesitas un lugar en el que no haya “contaminación cruzada”, es decir en el que no haya asentamientos humanos cercanos, para evitar confundir el polvo extraterrestre, con el de origen terrestre.
Pero no solo te tienes que ir a un lugar lejos de la civilización, también debe ser un sitio en el que no haya sedimentación: es decir que el suelo no acumule capas de materiales sólidos, que se mezclan unos con otros, con lo que termina siendo muy difícil distinguir su origen.
Por estas razones las regiones polares son un lugar muy adecuado para estudiar micrometeoritos: están lejos de asentamientos humanos, no hay sedimentación y podemos estudiar los micrometeoritos que se van acumulando en la nieve o el hielo.
5000 toneladas de polvo extraterrestre
Un grupo interdisciplinario e internacional de investigadores, calculó que esa es la cantidad de micrometeoritos que cada año, en toda la Tierra.
La conclusión viene de un estudio hecho durante 20 años, con el que se pudo observar la acumulación de micrometeoritos con el paso del tiempo.
Las observaciones se hicieron a partir de muestras de nieve de la Antártida, recolectado por seis expediciones a la base Concordia: una estación de investigación científica franco-italiana, localizada en el llamado domo C de la meseta antártica.
Aunque es un sitio lo más lejano posible a todo tipo de contaminación, las muestras se recolectan a una profundidad de 2 metros.
Algunos de los micrometeoritos que se recolectaron en este estudio son realmente muy pequeños: miden apenas unas 30 micras de diámetro, lo que es incluso menor al diámetro de un cabello, que mide 50 micras.
Y los de mayor tamaño, corresponderían en tamaño al diámetro de seis cabellos, pues miden 300 micras.
Por sus características -composición, forma, tamaño-, es posible conocer su origen: así podemos saber que el 80% de este polvo extraterrestre viene de la cometas, mientras que el resto es de asteroides.
Así que la próxima vez que sacudas o barras, recuerda: algunas de esas pequeñas partículas tan molestas, tal vez eran parte de un cometa, hace no tanto tiempo.