teletrabajo
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Cinco años han pasado desde que la irrupción del coronavirus cambiara por completo la vida laboral en España. El confinamiento de 2020 obligó a trasladar de forma masiva la actividad profesional a los hogares, implantando de forma abrupta el teletrabajo en empresas y administraciones públicas. Hoy, sin embargo, la realidad ha dado un giro: el teletrabajo ha quedado relegado a una presencia testimonial en la mayoría de sectores, especialmente en la provincia de Ciudad Real.

El cambio, que parecía irreversible durante los meses más duros de la pandemia, ha resultado ser en gran parte temporal. Según coinciden representantes empresariales y sindicales, el teletrabajo se mantiene, pero de forma residual, parcial o puntual, dependiendo del sector, del perfil profesional y del tipo de organización.

En las empresas: una opción residual y poco demandada

David Plaza, secretario general de la Federación Empresarial de Ciudad Real (Fecir), lo resume con claridad: el teletrabajo en las empresas es mínimo y poco solicitado. Aunque reconoce que llegó «para quedarse», lo cierto es que su implantación efectiva está muy limitada por el modelo productivo dominante en la provincia.

En sectores como el comercio, la hostelería o el agroalimentario, que representan el grueso del tejido empresarial de Ciudad Real, el teletrabajo es prácticamente inviable por la propia naturaleza presencial de las tareas. Según Plaza, no se trata del fracaso del teletrabajo como fórmula, sino de una cuestión estructural derivada del tipo de economía local.

A ello se suma que los propios trabajadores no lo demandan en exceso, salvo por cuestiones concretas de conciliación familiar u otras circunstancias personales. En general, muchos empleados prefieren el trato directo, la interacción con los compañeros y la dinámica presencial, lo que ha favorecido el regreso a la oficina.

¿Quién puede teletrabajar? Perfiles tecnológicos y cualificados

Aunque minoritario, el teletrabajo sigue presente en determinados perfiles: profesionales de la informática, despachos profesionales, ingenierías o trabajos relacionados con las nuevas tecnologías. Son ámbitos donde las tareas pueden ejecutarse de forma digital, sin necesidad de presencialidad constante.

Sin embargo, incluso en estos casos, muchas empresas han optado por modelos híbridos, que combinan la presencialidad con jornadas de trabajo desde casa, priorizando el equilibrio y la flexibilidad.

La clave: el modelo económico local

El modelo productivo de Ciudad Real explica en buena parte el escaso recorrido del teletrabajo. La provincia carece de grandes empresas digitales, y su economía se apoya en sectores como el comercio, agricultura, hostelería o construcción, donde la presencialidad es estructural.

Los datos de afiliación laboral por sectores refuerzan este diagnóstico:

  • Comercio: 26.932 afiliados (421 menos que en 2022)
  • Industria: 24.000 afiliados
  • Sanidad: 20.000 afiliados
  • Administración Pública: descenso de 5.000 profesionales
  • Educación: incremento de 4.400 afiliados

Esta configuración sectorial limita, por tanto, la viabilidad y expansión del teletrabajo como modalidad generalizada.

En las administraciones públicas: una aplicación desigual

El escenario es algo distinto en las administraciones. Según Lorenzo Domínguez, presidente regional del sindicato CSIF en Castilla-La Mancha, el teletrabajo tiene más presencia, pero sigue siendo una asignatura pendiente, tanto en la Junta como en la Administración General del Estado.

En la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, en 2021 se aprobó un decreto regulador del teletrabajo, que establecía las bases para su desarrollo. Sin embargo, su aplicación es muy desigual entre consejerías y delegaciones provinciales.

Requisitos y condiciones en la Junta

  • Máximo del 50% de la jornada laboral en teletrabajo
  • Mínimo de dos días presenciales
  • Quedan excluidos puestos de dirección, inspección, atención al público, etc.

Domínguez insiste en que se trata de una medida positiva que aporta conciliación, eficiencia, ahorro en desplazamientos, reducción de siniestralidad y apuesta por zonas despobladas, entre otras ventajas.

En la Administración General del Estado

La implantación del teletrabajo en la AGE también ha sido muy desigual. Se aplica principalmente en Hacienda y Justicia, con posibilidad de hasta tres días de trabajo a distancia. No obstante, CSIF critica que la normativa ha sido «parcheada» desde 2021 y no se ha afrontado de forma estructural.

Un modelo híbrido que no cuaja del todo

En ambos ámbitos, tanto público como privado, el modelo híbrido —alternar días presenciales y en remoto— ha sido una fórmula explorada por algunas organizaciones. No obstante, la falta de una estructura digital avanzada, las dificultades organizativas y la resistencia cultural han impedido su consolidación como norma.

A pesar de ello, sigue siendo una opción válida para ciertos perfiles y situaciones, especialmente aquellas vinculadas a la conciliación o al trabajo de tipo técnico.

¿Y el futuro?

Todo apunta a que el teletrabajo no desaparecerá del todo, pero tampoco será una revolución silenciosa como se predijo durante los meses más duros de la pandemia. La realidad laboral ha vuelto a una «nueva vieja normalidad», donde la presencialidad sigue siendo la norma, y el trabajo remoto una opción complementaria, específica y desigual.