Las nuevas tecnologías llegaron para quedarse y para ocupar gran parte de nuestro tiempo. No hay día en que no miremos el móvil o utilicemos cualquier otro dispositivo. Suponen un avance enorme y, bien usadas, podemos sacar un gran beneficio de ellas. Sin embargo, en muchos casos, existe una dependencia en torno a estos aparatos. Por ello, ya hay varios hospitales que tratan estas patologías.
Un tercio de los niños está enganchado a internet
Esta adicción es cada vez más notable en los niños que, poco a poco, abandonan los parques y la pelota para jugar a videojuegos con el teléfono móvil, el ordenador o las videoconsolas, y esto puede ser un problema.
Según Unicef, uno de cada tres menores está enganchado a internet y a las redes sociales. La agencia de ayuda humanitaria de la ONU también apunta que el 90% mira el móvil todos los días, y el 42% de estos jóvenes tiene adicción a la pornografía.
Las nuevas tecnologías generan mucha adicción en estos menores y, en España, ya hay hospitales públicos que tratan estas patologías. El primero en dar el paso fue el de Gregorio Marañón, en Madrid.
Este centro hospitalario ha empezado a tratar a los primeros 15 pacientes, y afirman que hay mucha demanda. Este tipo de adicciones, relacionadas con las tecnologías y no con sustancias, se han incrementado tras el confinamiento.
Las nuevas tecnologías son buenas, sin pasarse
«El tema de estar encerrado en casa tantas horas los ha llevado a hacer un uso cada vez más excesivo de las nuevas tecnologías«, explica Ricardo Hoddan, psicólogo clínico del Gregorio Marañón.
Por otro lado, los expertos recuerdan que mirar las redes sociales y jugar a videojuegos, hábitos presentes en nuestro día a día «no son malos en sí mismos». Es más, su uso moderado trae diversos beneficios.
El problema llega cuando estos dispositivos condicionan nuestra vida. «Si estamos viendo que la conducta está afectando a nivel psicológico, de ansiedad y empeora nuestro estado de ánimo, ya sea en la esfera laboral o educativa, ahí es cuando se tiene que parar«, afirma Hoddan.
No obstante, a veces, esa línea resulta muy difusa. Muchas personas reconocen tener dependencia, pero la clave es, tal y como cuentan los profesionales, marcarse unos límites y, sobre todo, no tener miedo a desconectar.