Tras el estallido hace casi un año de la pandemia de coronavirus en nuestro país y a nivel global, las personas y lugares de riesgo como la población mayor de 65 años y residencias de ancianos fueron los primeros en intentar extremar medidas de prevención y aún así, estas personas de riesgo han sido casi el 50% de las víctimas a manos del virus en nuestro país.
Por ello, se han convertido también en una población con prioridad de vacunación y, un mes y media después de empezar a vacunar en residencias ha comenzado a notarse el efecto. Los brotes semanales se han reducido de 145 de la semana del 21 de enero, con 1.907 casos, hasta 89 la semana del 4 de febrero y con 1.257 casos. La incidencia acumulada también se ha desplomado, pero otros ámbitos sí han aumentado los brotes: En el sector educativo pasaron de 95 a 413; en el familiar de 517 a 547 y en el entorno laboral de 176 a 270.
Desde el 27 de diciembre hay más de 800.000 personas con las dosis necesarias para la inmunización, la segunda dosis se comenzó a administrar el 18 de enero y en esa cifra se incluye al personal sanitario. Según Sanidad, en las residencias de mayores viven unas 380.000 personas y no todos han llegado a ser inyectados como por ejemplo, centros en los que haya algún brote activo.
Federico Montalvo, presidente del Comité de Bioética de España ha comunicado que los datos respaldan la decisión de vacunar a los usuarios de residencias. Sin haber cifras todavía definitivas, las fuentes indican que hay un desplome de la afectación entre la población de residencias en comparación con otros colectivos desde mediados de enero hasta ahora. Hay que determinar cuánto de ello se debe a la vacunación y cuánto a otras circunstancias. Para eso entre otras cosas, a la campaña le acompaña un análisis del desarrollo o no de anticuerpos en una muestra de pacientes.
Desde el Ministerio de Derechos Sociales, afirman que la información trasladada desde diversas comunidades sobre este entorno de contagio ha bajado. Por ejemplo Zamora, Euskadi o la Comunitat Valenciana han informado de un descenso en sus residencias. Por ello, expertos coinciden entre los datos de este tipo de brotes están dando indicios de bajada y por ello, está efecto la vacunación. También se tiene en cuenta al bajada por las restricciones aplicadas a estas para bajar la incidencia y también el número de personas que ya han pasado la enfermedad. Estos expertos coinciden también en que tardaremos mínimo semanas o un mes en conocer por completo los beneficios de la vacuna, sobre todo en el ámbito de hospitalizaciones. Por ejemplo, en Israel, país a la cabeza en vacunación frente al covid las infecciones se han reducido al mínimo.
Se recuerdan los plazos de vacunación desde la Asociación Española de Vacunología (AEV): «A las dos semanas de la primera dosis puede haber ya cierto grado de protección, pero puede no ser suficiente. La plena llega una o dos semanas después de la segunda dosis. Pensando también en que la efectividad es del 95%, puede seguir habiendo casos menores de infecciones”. Tras estas declaraciones, José Antonio Forcada, secretario general de la AEV ha informado de que «la vacunación se tiene que estar ya notando algo en la disminución de la enfermedad. No se puede hacer la relación directa aún, pero sí que lo de los brotes es un indicio en pequeño grado. No está demostrado que la vacuna te proteja del todo de la infección, pero incluso si te infectas probablemente lo hagas de manera asintomática y con mucha menos carga viral que posibilite infectar a otro»
«En los centros estamos detectando que la vacunación sí funciona, los directores nos dicen que está habiendo menos casos. Y llevamos los mismos ritmos de vida de hace un mes, el único hecho diferencial ha sido la vacuna. Sí es cierto que hemos estado más atentos hasta que pasasen los 10 días de la segunda dosis, hemos pedido a las visitas ser aún más prudentes. Pero la rutina no ha cambiado”. Estas han sido las palabras de Andrés Rueda, coordinador estatal de residencias en la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales. Otra de las informaciones que Rueda comentaba era que “la percepción general es esa. Y que los brotes que vemos son más residuales y se dan en centros que estaban en rojo, ya con casos, con peligrosidad de que creciera el número».
Entre los meses de enero y febrero ha sido el personal sanitario otro de los colectivos vacunado masivamente. Los brotes se mantienen estables en este entorno, pasaron de 52 el 22 de enero a 48 el día 29 y 60 el día 4 de febrero. José Antonio Forcada indica que e motivo es porque «tienen mucha más movilidad y socialización que las personas de residencias, que están más protegidas. Es muy posible que más gente entre ellos se haya contagiado mientras la vacuna no ha hecho aún todo su efecto. Además de porque constituyen más población que los usuarios de residencias.
Los informes del Ministerio de Sanidad sobre estos explican que tienen “limitaciones” dado que hay entornos en el que es más difícil identificar los focos. Pero en el caso de las residencias de mayores esto es más «óptimo” y en todo caso hay sobrerrepresentación en comparación con otros ámbitos, pero no se escapan casos. Se considera «brote» en una residencia a partir de un único caso, por su alta vulnerabilidad.
Pere Godoy, ex presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) ha informado de que “todo se da en un contexto complejo y tener estimaciones muy fiables es difícil. Pero que la vacuna está teniendo un papel muy positivo en reducir los brotes entre trabajadores y usuarios es incuestionable. Y lo vamos a ver aún más claro en las próximas semanas”. Un factor importante es que la incidencia general ha bajado, de los 900 casos por 100.000 habitantes hace dos semanas a algo más de 600 ahora. Otro factor lo añadía Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS) y es la prevalencia entre residentes. Es muy alta, cada vez va quedando menos gente susceptible. Hay que tener en cuenta eso, además de la vacunación, que se puede empezar a notar pero lo hará más dentro de un mes»
Las vacunas administradas hasta ahora son de Pfizer y Moderna, que previenen pero no está claro que frenen la transmisión. En palabras de Pere Godoy, “por eso cero brotes es muy difícil que lleguemos a tener…puede ser que se acaben o se estén produciendo algunos casos de transmisiones sin traducción clínica, es decir, que haya brotes no graves o incluso que no se detecten porque no se presentan síntomas. Esto, para esta población con tanta mortalidad, es bueno”. También añadía que cuando se vayan aclarando los resultados en las residencias esto tendrá consecuencias a nivel comunitario «porque es un sector clave. Juegan un papel de centros neurales de transmisión y generan cadenas, el impacto va a aumentar las siguientes semanas y yo sí creo que se notará en cierto modo a nivel comunitario».
Andrés Rueda recalca que tenemos “muchos interrogantes”, pero que “si la vacuna nos da margen para que la enfermedad no se complique, nos gustaría que se comenzasen a reducir las restricciones de la gente. Progresivamente y con mucha prudencia, porque tenemos que estar muy atentos a las nuevas variantes. La fórmula en la que creemos es potenciar las salidas exteriores, ir a pasear más con familiares, manteniendo las sectorizaciones interiores. No que los familiares puedan comenzar a entrar sin restricciones, no al menos hasta que todo esté más avanzado, pero sí liberar algo. Un punto intermedio entre que las personas internas no sientan que les han puesto dos inyecciones para nada, pero tampoco mandar el mensaje de que estamos ya todos inmunizados y esto se ha acabado».