Hasta ahora los productores y agricultores estaban vendiendo a unos 15 céntimos el kilo de una de las patatas más comunes, la patata fábula, pero las tornas han cambiado y el precio actual ha caído hasta los 5 céntimos el kilo. A la patata agria le ha pasado algo similar, ya que su precio ha pasado de 25 céntimos el kilo a 10 céntimos.
Sin embargo, a los agricultores les cuesta alrededor de 13 céntimos cultivar cada kilo, por lo que no sale rentable el negocio y no les queda otra que quitárselo como puedan. Algunos de ellos, ya desesperados, están regalando las patatas o no recolectarlas directamente, como ocurre cuando no se le da salida a otros tipos de productos, como los tomates.
Los agricultores aseguran que el mercado está hundido y que, con el inicio de la pandemia de coronavirus, la patata cayó en picado en la restauración, situación de la que todavía hoy no se han recuperado. A eso hay que añadir una mala cosecha y la prohibición del uso de los antigerminantes, que impide ahora a los agricultores poder almacenarlas y darle salida en el mercado más adelante.
Cambios de consumo
Además de la bajada de la demanda en el sector de la restauración, con la llegada de la pandemia y el confinamiento también cambiaron los hábitos de consumo de muchos españoles, lo que provocó un cambio claro de la cesta de la compra en esos meses, tendencia de la que todavía no se han recuperado los agricultores.