El mundo sigue sumergido en la angustia casi seis meses después de que Rusia invadiera Ucrania. Apenas hicieron falta 24 horas para que el Ejército ruso tomara el control de la central nuclear de Chernóbil, cuyo accidente en 1986 hizo inhabitable la zona durante los siguientes 26.000 años. Y, aunque los rusos se retirasen el 31 de marzo, es otra central la que preocupa, y mucho, al OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica).
Se trata de la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, y la tercera más grande del planeta, que está también ubicada en Ucrania. Ha de tenerse en cuenta que Ucrania ha contado casi siempre con un elevado número de centrales nucleares al ser uno de los principales proveedores de energía en Europa del Este. De hecho, cuando la central de Chernóbil sufrió el accidente nuclear de 1986, hubo que mantener dos reactores abiertos hasta el año 2000, para poder abastecer las demandas energéticas de casi todo el país.
No obstante, las centrales nucleares pueden llegar a suponer un arma de doble filo. Tal y como ocurrió con Chernóbil, ahora es Zaporiyia la que está en riesgo. Tanto Ucrania como Rusia se culpan mutuamente de estar atacando la central; si terminara explotando, podría liberarse una gran cantidad de radiación que haría inhabitable la zona durante miles de años, tal y como ocurrió en Chernóbil. La ONU sigue pidiendo a ambas partes que cesen allí las hostilidades antes de que ocurra una desgracia.
Las pastillas de yodo, una ‘vacuna’ contra el desastre nuclear
Rumanía, atenta a lo que ocurre en un país no muy lejano a sus fronteras, ha comenzado a repartir pastillas de yodo entre su población, para evitar que, en un hipotético caso de un nuevo desastre nuclear, la población pueda estar protegida. Las pastillas de yodo, también conocidas como cápsulas de yodo, sirven para proteger la tiroides, que es la parte de nuestro cuerpo que absorbe la cantidad de radiación más letal, y que nos puede llevar a la muerte si es muy elevada.
La recomendación habitual, si ocurre un desastre nuclear, es tomar una cada 24 horas, aunque se debe consultar cada cuánto tiempo en función del nivel de radiación que haya en las proximidades. El temor a que el conflicto nuclear finalmente termine estallando es tal que algunas farmacias en el mundo ya aseguran no tener ni el más mínimo contenido de las pastillas de yodo a la venta, al escasear muy frecuentemente, por lo que la gente cada vez se apresura a comprarlas más rápido.