Santiago de Compostela: Pelamios: atemorizados por okupas que se saltan las normas anticovid.

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Grupos de personas que viven ilegalmente en el barrio no usan mascarilla ni respetan distancias // Nuevo capítulo tras un año de peleas, presencia policial, basura y destrozos en zonas comunes.

Cualquiera que salga a la calle sabe que hay un objeto fundamental que no puede dejarse olvidado: la mascarilla. A esto hay que añadir una distancia social con el resto de personas, así como un cuidado de la higiene superior al que sería habitual. Cada uno de estos puntos es incumplido de forma reiterada por ciudadanos que residen en el barrio de Pelamios de manera ilegal, tras okupar algunos de los bloques hace más de un año. Los vecinos de la calle llevan todos estos meses intentando buscar una solución a los numerosos problemas que sufren a diario, pero la situación sigue igual y, con la pandemia sanitaria, lo que antes podía ser una preocupación grave ahora se ha convertido en temor.

“Polas tardes montan timbas, reúnense sen mascarilla nin nada nas portas dos portais, ensucian todo, e non pasa nada”, denuncian desde la comunidad de vecinos. Este tipo de estampa no es nueva, sino que es la misma que llevan un tiempo viviendo, con el añadido de que el miedo a un posible foco de covid19 está también presente. De hecho, uno de los residentes va un poco más allá, y habla de “inminente propagación de covid19 pola inacción da administración e da Policía perante os okupas”.

Preguntados sobre si las autoridades son conscientes de la situación que existe en el barrio, cuentan que se han reunido en varias ocasiones con el alcalde, Xosé Sánchez Bugallo, para trasladarle sus quejas y que se les prometió una vía. “Uno de los temas que tratamos con el alcalde fue el del aparcamiento de los coches. Estas personas no cumplen las normas y dejan sus vehículos en cualquier parte, en sitios que no les corresponden, o simplemente mal estacionados. A los demás, la grúa nos lleva los nuestros, pero parece que con ellos no ocurre lo mismo”, comenta un vecino. Desde el Concello les contestaron que mandarían a la grúa municipal acompañada de la Policía, pero la situación se ha repetido sin consecuencias para los infractores.

Al mismo tiempo, reconocen que la Policía pasa habitualmente por la zona, incluso “los agentes llegaron a tener toda la calle cortada algunas noches en las que se produjeron altercados”, pero el incumplimiento del uso obligatorio de mascarilla persiste. “No sabemos si no les multan, o si ellos no hacen caso a las advertencias, pero siempre están en grupo en la calle y sin mascarilla puesta”, exponen los perjudicados.

A esto se suma un problema de higiene a mayor escala que es fácilmente apreciable tanto en la calle como en el interior de los edificios. Prendas o calzado en el suelo al lado de las puertas de los pisos, tierra y otros restos en los pasillos, somieres y colchones apoyados sobre las paredes, juguetes tirados… Alguno de los vecinos incluso recuerda que, hace unos meses, la presencia de residuos era todavía peor: “Hasta dejaban tirada, sin recoger, la ropa que se les caía de los tendales…”, “eu no meu edificio non teño problemas tan graves, pero no de diante hai ata excrementos”. Son varios los bloques afectados a lo largo de la calle. Al principio, era solo uno de los pisos, pero se extendió a otros cuatro. “Creemos que son casi todos de la misma familia”, nos comentan. Al mismo tiempo, fuentes consultadas hablan de intentos fraudulentos de alquiler de viviendas que, una vez firmados los papeles, eran habitadas por personas ajenas a quien en principio iba a residir en ellas. En los encuentros mantenidos por la comunidad de vecinos con la alcaldía, Bugallo les reconoció el problema existente en la ciudad, con más de 80 viviendas okupadas.

Más allá de los inconvenientes ya mencionados, los vecinos afirman que existen otros incluso más graves: tráfico de drogas, amenazas, presencia de perros de raza peligrosa sin protección y discusiones desmesuradas. La reacción común entre todos los que sufren esta perturbación de sus vidas diarias es la misma: “Nadie nos hace caso ya”. Se sienten totalmente desprotegidos pese a las continuas llamadas de atención a las autoridades competentes: políticas y de seguridad.

En resumen, Pelamios, una zona de tránsito fundamental para los vecinos del norte de la ciudad que se desplazan al casco histórico, un enlace a las facultades del Campus Norte como la de Económicas, Comunicación o Filología, y un lugar habitual de alquiler de pisos a estudiantes, se ha convertido en un barrio que los vecinos de toda la vida ya no sienten como propio: “Conocía isto como era antes, e a diferencia é notable. Creo que buscan que a xente se resigne ou marche, e quede todo baldeiro”. Todo combinado con una situación sanitaria excepcional que requiere del comportamiento más cívico de cada uno. Pero en las calles de Pelamios, parece que las mascarillas y el resto de normas son ley solo para algunos.

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