El Gobierno se enfrenta a un muro de vetos cruzados entre sus aliados de investidura y las fuerzas de oposición para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado
El Gobierno empieza a flexibilizar posiciones en un intento de crear la masa crítica suficiente que le permita sacar adelante unos Presupuestos del Estado para el ejercicio 2021. Unas cuentas públicas esenciales para afrontar los graves efectos económicos de la pandemia, acceder y distribuir las ayudas que provengan de la Unión Europea e impulsar la recuperación de los sectores más afectados por el coronavirus.
Sin embargo, su intención de «modular» los planteamientos ideológicos que recogía su pacto de coalición gubernamental con Unidas Podemos no parecen de momento suficientes para atraer a todos los aliados que necesitará para aprobar unas nuevas cuentas públicas.
El problema al que se enfrenta el Ejecutivo se llama «vetos cruzados», o lo que es lo mismo, la incompatibilidad de base que existe entre un buen número de fuerzas parlamentarias y que convierte la aspiración de Pedro Sánchez en un ejercicio, de momento imposible, de cuadrar el círculo.
El primer partido de la oposición, el PP, una de las piedras angulares que debería sustentar el Presupuesto como base de la reactivación del país sólo está dispuesto a cerrar un pacto con el PSOE en este terreno fundamental si Sánchez abandona su «deriva» y rompe amarras con Unidas Podemos, con las fuerzas secesionistas y con los abertzales y se aviene a un pacto con las formaciones «constitucionalistas», las que defienden el espíritu de la Transición y del 78.
En este contexto, Sánchez ha comenzado por cambiar el tono al tratar con el PP y por afirmar que está «dispuesto» a alcanzar acuerdos con el principal partido de la oposición en los ámbitos económico, sanitario y social. Unas palabras que llegan después de la la oferta de Pablo Casado para un pacto en materia económica, y que sigue la estela de otros ofrecimientos en los campos jurídico y de pensiones.
Así se lo ha dicho el presidente del Gobierno al portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto, durante su cara a cara en la sesión de control, donde ha incidido en que si los populares dejan atrás la «bronca» y la «crispación» de los últimos meses, él «recoge el guante» y que hay posibilidades de entenderse.
«Si cambian la estrategia, hacen un giro de 180 grados y pretenden llegar a acuerdos con el Gobierno, no vamos a replantearnos nada porque le respondo que sí, que estamos dispuestos a llegar a acuerdos», ha afirmado el presidente del Gobierno. «Si quieren apelar a la unidad, el Gobierno de España recoge el guante y, claro que sí, estamos dispuestos a hablar, dialogar y acordar con ustedes», ha recalcado.
Para presentar como creíble su «filosofía para crear espacios para propiciar el acuerdo», Sánchez ha anunciado que está «dispuesto» a impulsar una comisión de evaluación mixta Congreso-Senado para analizar lo que ha sucedido en esta pandemia, averiguar por qué España no estaba preparada y qué hay que hacer para situarnos mejor en el futuro.
Por su parte, Maroto, que también ha rebajado el tono respecto a las últimas sesiones, ha lamentado que el PSOE «se equivoca enormemente» al no votar a favor de una comisión sobre este asunto como la que pide el PP y que hace partícipes a las comunidades autónomas. «Es un error pero no una sorpresa», ha advertido, porque han «desechado» todas las propuestas hechas por su partido «desde el minuto uno».
Mientras la tensión parece relajarse en las formas, el PP eleva el listón de las exigencias consciente de que los Presupuestos del Estado son la ley que mejor refleja el camino por el que el Gobierno quiere conducir al país y, en consecuencia, son su espejo ideológico, sino que, además, su aprobación garantiza como mínimo una supervivencia de dos años al Ejecutivo. En estas condiciones, el precio de su apoyo sube muchos enteros.
En consecuencia, los populares mantienen, tal y como ha afirmado la portavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo, que «para forjar un gran acuerdo presupuestario es necesario que el PSOE abandone su deriva». «El día que eso suceda», ha añadido la portavoz de los populares imprimiendo a sus palabras un marcado tono de escepticismo, «el país avanzará hacia un gran pacto». De momento, en su opinión, «intentar cuadrar a Frankenstein es misión imposible».
Sin embargo, las dificultades no provienen sólo del PP. También los propios aliados de investidura de Sánchez ponen sobre la mesa pegas y reclamaciones. Las más claras las de ERC.
Los republicanos independentistas han manifestado su total «incompatibilidad» con Ciudadanos y de esta forma advierten al Gobierno de que un acuerdo presupuestario que incluya a la formación naranja chocará de frente con su apoyo.
«Una cosa es ceder y otra, un chantaje», ha dicho Gabriel Rufián. Para ERC unos Presupuestos «pactados con un partido de derechas y que estaba en la foto de Colón» es totalmente incompatible no sólo con sus planteamientos fundamentales sino también «con cualquier medida justa de la izquierda».
Rufian ya ha dejado claro la imposibilidad de que ERC y Cs se encuentren en el mismo terreno de juego. Para él, «Ciudadanos es Vox en la Fase 1» y Arrimadas no es sino un remedo de «Cospedal y Aguirre». «ERC y CS, las dos cosas no pueden ser», ha afirmado tajante emplazando de esta forma a Sánchez a elegir y volviendo principalmente sus ojos hacia Podemos, el socio gubernamental que, a su juicio, «debe estar más incómodo con una ecuación en la que entre Cs».
Por su parte, el PNV, más prudente, opta por ver, oír y esperar. Aitor Esteban ha explicado que su formación, antes de comprometerse con cualquier promesa de apoyo, quiere calibrar el techo de gasto que el Gobierno lleve al Congreso y, después, analizar con cuidado la propuesta presupuestaria que se remita a la Cámara. Los nacionalistas vascos prefieren no anticiparse antes de conocer «las pretensiones de unos y otros». Ellos se dicen dispuestos a «negociar» si bien avisan de que, como es bien conocido, PNV y Cs no tienen prácticamente nada en común.
Vox, tercera fuerza de la Cámara, tampoco ofrece posibilidades de pacto. «El proyecto de Presupuestos», mantiene Iván Espinosa de los Monteros, «es donde de verdad se define un Gobierno. A nosotros nos resultaría muy difícil llegar a un acuerdo con un Gobierno que pacta con Bildu o con el independentismo».