La exhumación de los restos del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, de su emplazamiento en el altar mayor de la basílica del Valle de los Caídos, se acometerá esta mañana en una operación diseñada con la máxima discreción, a puerta cerrada y sin presencia de autoridades ni de la prensa.
Aunque el Ministerio de la Presidencia no ha concretado a qué hora se producirá la extracción del féretro para su posterior traslado al cementerio madrileño de San Isidro, se espera que los trabajos se acometan a primera hora y que todo el proceso, marcado por la retirada de una losa de granito de 3.500 kilos, se resuelva pronto.
En la basílica del rebautizado Valle de Cuelgamuros estarán varios descendientes de Primo de Rivera junto a los operarios encargados de los trabajos necesarios para quitar la gran lápida que cubre la fosa donde descansan sus restos desde 1959, coincidiendo con la inauguración del recinto ordenado construir por Francisco Franco.
Tras la recuperación del féretro, el prior de la abadía benedictina, Santiago Cantera, rezará un responso antes del traslado al cementerio de San Isidro, elegido por la familia puesto que allí están enterrados otros familiares del fundador de la Falange, como sus hermanos Miguel y Pilar.
La exhumación cumple con lo establecido en la Ley de Memoria Democrática de 2022, que impide la presencia de restos mortales en ningún lugar “preeminente” del recinto, como es el caso de Primo de Rivera y como sucedía hasta 2019 con el dictador Francisco Franco, también enterrado junto al altar mayor en el año 1975.
Franco fue trasladado al cementerio de El Pardo el 24 de octubre de 2019 por decisión del Gobierno, en lo que fue el primer paso de cara a la completa “resignificación” del enclave construido tras la Guerra Civil gracias al trabajo de millares de presos republicanos.
En aquella ocasión el Gobierno sí concretó los pormenores del proceso de exhumación y el traslado del féretro en helicóptero hasta El Pardo, transmitido en directo por la prensa en medio de una gran expectación, y tras una intensa polémica política avivada por la resistencia de la familia del dictador a aquella decisión.
Esta vez han sido los familiares de Primo de Rivera quienes solicitaron la exhumación sin esperar a que el Gobierno ejecutara el cambio de ubicación en aplicación de la nueva norma.
Y aunque la ley permitía mantener sus restos en el Valle de los Caídos, como los de los más de 33.000 combatientes de ambos bandos de la Guerra Civil que descansan en sus criptas, siempre y cuando dejaran el lugar destacado que ocupan en el templo, sus descendientes han preferido llevarlos a un cementerio católico.
Tras la aprobación de la Ley de Memoria Democrática, las criptas adyacentes a la basílica y los enterramientos tienen carácter de cementerio civil y la voluntad del fundador de la Falange era ser enterrado en un cementerio sagrado y de acuerdo con el rito católico.