El uso de veneno para acabar con especies depredadoras y carroñeras es ilegal en España desde hace años pero sigue existiendo a pesar del peligro que supone tanto para la fauna, a menudo de ejemplares de especies amenazadas, como para la salud pública en general.
Así se pone de relieve en las conclusiones de un reciente estudio de las universidades ‘Miguel Hernández’ de Elche (UMH), de Granada y de Lleida, junto al Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos (IREC) de Castilla-La Mancha y el Centro Internacional de Estudios de Derecho Ambiental (CIEDA-CIEMAT) de Soria.
La bióloga de la UMH Natividad Aguilera-Alcalá ha explicado que, aunque utilizar veneno es un delito, «todos los años se detectan animales envenenados intencionadamente en la naturaleza» pero se desconoce si los datos oficiales reflejan fielmente tanto las especies como el número de ejemplares que realmente mueren.
Los científicos han efectuado un experimento de campo mediante la colocación de cebos similares a los que habitualmente se utilizan para envenenar fauna pero inocuos y empleando cámaras de fototrampeo han observado qué animales son víctimas de esta lacra.
Han realizado este estudio en seis sierras a lo largo y ancho de la península Ibérica: las de Cabrera (León), Cameros (Soria), los pre-Pirineos (Lleida), Escalona (Alicante), Cazorla (Jaén) y Harana (Granada).
Los datos oficiales apuntan a que las aves grandes y los animales domésticos (perros cazadores, pastores o paseantes, y gatos) son los más detectados, aunque en la investigación se ha comprobado que estos grupos de especies aparecieron en pocas ocasiones consumiendo los cebos, mientras que los carnívoros silvestres (zorro, garduña), los pequeños mamíferos (roedores, lirón) y los córvidos (cuervos, urracas y arrendajos) fueron mucho más frecuentes.
Esta disparidad entre los registros oficiales y los resultados del estudio indican que puede existir un sesgo en la detección de animales envenenados.
Esto puede deberse a que los animales domésticos están supervisados por sus cuidadores, que no olvidan notificar el envenenamiento, así como que el cadáver de un animal más grande es más fácil de detectar que el de uno pequeño.
Por el contrario, los pequeños ejemplares silvestres pasan inadvertidos y desaparecen más rápidamente del medio natural sin ser detectados, mientras que también existe la posibilidad de que cuando se encuentren especies de animales pequeñas o poco emblemáticas no se considere relevante su hallazgo.
La detección de veneno en la naturaleza podría hacerse de forma más eficiente empleando unidades caninas especializadas, que actualmente solo están operativas en algunas comunidades autónomas, según han concluido los expertos.
Otra medida que han propuesto es la implementación de un organismo coordinador a nivel estatal, puesto que a día de hoy cada autonomía gestiona el problema del veneno de manera independiente, un hándicap porque la información que hay disponible a nivel nacional proviene de fuentes muy heterogéneas.
Unificar los criterios de gestión y detección del veneno es clave para tener una representación más fiel de lo que está ocurriendo en la naturaleza, ha incidido Aguilera-Alcalá.
Junto a esta investigadora han participado en el estudio José M. Gil-Sánchez, Esther Sebastián-González, Zebensui Morales-Reyes, Juan M. Pérez-García y José A. Sánchez-Zapata, de la UMH; así como Marcos Moleón (U. Granada), Antoni Margalida (IREC), Carlos J. Durá-Alemañ (CIEDA-CIEMAT) y Pilar Oliva-Vidal (U. Lleida).