Ventajas de quitarnos las mascarillas
Las mascarillas llevan dos años instaladas en nuestras vidas y su retirada conlleva algunas ventajas. Por ejemplo, disminuirán los dolores de cabeza que provocaba llevar tantas horas puesta la mascarilla: «Acumulabas CO2 en tu propia respiración y a la vez disminuías la capacidad de oxígeno que entra al cuerpo», explica el neurólogo Javier Abril.
De la misma forma, se oxigenará más nuestra piel y evitaremos otras afecciones cutáneas como acné, eccema seborreico, «brotes de rosácea o dermatitis irritativa y alérgica», cuenta el dermatólogo Adrián Alegre. En este contexto, las mascarillas también nos han servido para filtrar todas las partículas contaminantes que respiramos a diario ya que han conseguido reducir hasta un 80% el polvo que inhalamos.
Dejar al descubierto nuestro rostro también mejorará la sociabilización porque «se va a producir una comunicación mucho más efectiva y de calidad», como asegura la psicóloga Elena Dapra.
Entre sus ventajas también se encuentra el ahorro económico. En todo el tiempo en el que las mascarillas han sido obligatorias se calcula que cada persona se ha gastado cerca de 700 euros.
Inconvenientes de su retirada
Sin embargo, desprendernos del cubrebocas también puede conllevar inconvenientes como el aumento de la incidencia de otras infecciones como la gripe o los resfriados. Por eso, su retirada será especialmente notable en aquellas personas con algún tipo de alergia: «Muchos de los pólenes no son capaces de atravesarlas, sobre todo las del tipo FFP2», detalla el neumólogo José Sanz.