La desescalada va tocando a su fin y se abre camino una nueva normalidad que aún es un mar de incógnitas. Todo parece indicar que las mascarillas, una medida preventiva que el Gobierno no llegó a hacer extensiva hasta la fase final del confinamiento, han llegado para quedarse durante un tiempo y esa es precisamente la recomendación que se extrae de una investigación publicada este miércoles en la revista científica británica The Royal Society.
Según los cálculos matemáticos realizados por el equipo liderado por el científico Richard O. J. H. Stutt, de la Universidad de Cambridge, el uso extensivo de mascarilla es la medida más efectiva y, quizás, la única realmente capaz de evitar nuevas oleadas de la pandemia de Covid 19 que ha azotado a Europa durante la primera mitad del año.
«Si los periodos de confinamientos son combinados con la adopción de un uso de mascarillas del 100% entre la población, el progreso inicial de la enfermedad se aplana y se retrasa drásticamente y se previenen posteriores olas», concluye el artículo.
Los investigadores también defienden que periodos de cuarentena como el que hemos pasado en los últimos meses por sí solos no serán suficientes para prevenir un segundo o tercer brote de la pandemia que «podrían ser mayores que la ola inicial».
Las dos posturas en la comunidad médica eran, por un lado, las que defendían que el uso de mascarillas era idóneo dado que evitaba que los portadores asintomáticos del virus lo extendieran sin ser conscientes de que estaban infectados y, por otro, los que creían que acabaría siendo más perjudicial por llevar a los portadores a tocarse demasiado la cara con las manos, otra de las vías habituales de infección.
Según los expertos “Creemos que, en la práctica, los efectos negativos de las mascarillas son improbables porque países en los que el uso de mascarillas es obligatorio hay unos datos relativamente bajos de contagios y fallecimientos”.
Las indicaciones de la Organización Mundial de La Salud fueron seguidas por la mayoría de las autoridades sanitarias europeas durante el inicio de la pandemia. Entre las que se encontraba España. Aunque la obligatoriedad de llevar mascarilla se ha ido imponiendo poco a poco.
El Gobierno español empezó por hacerla obligatoria en el transporte público el 4 de mayo y extendió su uso siempre que no fuera posible mantener una distancia de seguridad de dos metros el 19 de mayo. Finalmente, la OMS pasó a recomendar el 5 de junio que, en lugares con transmisión generalizada de coronavirus, todas las personas que no puedan mantener la distancia de dos metros utilicen mascarillas o tapabocas de tela.