Mendigar a cambio de un dinero que nunca llegó. Esto es a lo que ha estado sometido un hombre de 71 años de origen rumano, quien, por sus escasos recursos económicos, aceptó la propuesta de un matrimonio de su país de mudarse a España para ganarse unos ingresos diarios a cambio de pedir limosna. Lo que no supo es que ese dinero sería a costa de su explotación.
Para llegar hasta el origen de la historia hay que remontarse a 2016, cuando un hombre de 71 años, viudo, sin hijos ni empleo, deambulaba por Bucarest agarrado a su única ayuda: sus muletas. La situación de esta persona era tal que sus vecinos le ayudaban económicamente o le proporcionaban comida para que siguiese vivo. Hasta que un matrimonio vio negocio en él.
Convencido de que en Barcelona viviría mejor y que obtendría ingresos diarios pidiendo limosna en la calle, este hombre aceptó la propuesta y no dudó en seguirles hasta la ciudad condal. Lo que se encontró distó bastante de la propuesta inicial: era obligado a mendigar largas horas al día y dormir sobre cartones en un recinto abandonado.
De lunes a viernes este hombre era acompañado por el matrimonio, que también mendigaba junto con otros compatriotas, hasta el centro de Barcelona. Allí, cerca de la calle Gran de Gràcia, lo sentaban en el suelo a la espera de que los viandantes se lamentasen por su situación y depositasen dinero en el vaso de plástico que acompañaba a sus súplicas.
Sin agua ni comida, este hombre de 71 años pasaba desde primera hora de la mañana, antes de salir el sol, hasta las 10 de la noche. Una situación ante la que el matrimonio no tuvo en cuenta de que se encontraba enfermo y que puso en serio peligro su vida a causa de la explotación continuada que ha mantenido desde su llegada a España.
Así lo recalca la Fiscalía, que ha pedido 30 años de prisión para la pareja y una tercera persona por un delito de trata de seres humanos y explotación de mendicidad y dos de lesiones. Y es que, tal y como argumenta la Audiencia Provincial de Barcelona que lleva el caso, la víctima sufría de una “penosa jornada” en la que era obligado a mantenerse quieto en su posición sin la posibilidad siquiera de acudir a hacer sus necesidades. Para ello, el matrimonio le proporcionó una botella.
Estuvo así durante seis meses, en unas circunstancias, alega la Fiscalía, “deplorables, con nutrición deficiente, descanso inadecuado, falta de higiene, vestimenta incorrecta y sin la debida asistencia sanitaria”. Una realidad que le derivó en serios problemas de salud que concluyó en una especie de gangrena en los dedos.
Regreso a Rumanía y nueva etapa en Barcelona
Ante esta situación, el matrimonio decidió volver a trasladarle a Rumanía, donde se tuvo que someter a una amputación en un hospital dado su crítico estado. Pero la historia no concluyó ahí. La víctima fue de nuevo engañada para regresar a la ciudad condal con nuevas promesas de vivienda y mejores condiciones de vida. Toda una farsa.
Este anciano no recibió un euro del tiempo que estuvo esclavizado en las calles de Barcelona, pero sí la pareja. Por él. Y es que estos vendieron al señor de 71 años al tercer acusado por parte de la Fiscalía por la cuantía de 400 euros. Un trueque económico al más puro estilo imperialista y una esclavitud prolongada que puede acabar con ellos en prisión. La víctima estuvo sometido hasta 2018.