A diferencia de las formas más conocidas de depresión, en las que los síntomas son visibles y fácilmente identificables, como la tristeza profunda, el aislamiento social o el llanto frecuente, la depresión sonriente se esconde tras una fachada de normalidad. Las personas que padecen este trastorno suelen mantener una imagen externa de bienestar, mostrando una sonrisa, participando en actividades sociales y cumpliendo con sus responsabilidades diarias sin que nadie sospeche el profundo malestar que realmente experimentan.
Según la doctora Ana Isabel Sanz, psiquiatra y directora del Instituto Psiquiátrico Ipsias, la dificultad para detectar este tipo de depresión radica en que los afectados logran disimular su sufrimiento tras una máscara de funcionalidad. Aunque continúan con su vida laboral, social y familiar de manera aparentemente normal, en su interior pueden experimentar sentimientos de desesperanza, vacío y fatiga emocional. Como explica la Dra. Sanz, es como si llevaran una doble vida: una para el exterior, donde todo parece estar bajo control, y otra en su interior, donde se sienten abrumados por un dolor silencioso.
El esfuerzo por ocultar el sufrimiento
Las personas que padecen depresión sonriente suelen hacer un esfuerzo considerable por negar su tristeza patológica. En lugar de mostrarse desvitalizados o aislados, pueden parecer más activos de lo normal, participando en numerosas actividades sociales, organizando eventos o incluso adoptando conductas sexuales más activas. Este comportamiento busca mantenerlos ocupados y alejados de sus pensamientos, evitando así enfrentarse a su realidad emocional.
Sin embargo, esta desconexión entre lo que sienten y lo que muestran puede generar un agotamiento emocional severo. La Dra. Sanz indica que este esfuerzo constante por mantener la fachada de normalidad puede agravar los síntomas depresivos, prolongando el sufrimiento y, en casos extremos, llevando a pensamientos autodestructivos. La depresión sonriente es particularmente peligrosa porque pasa desapercibida no solo para quienes rodean al afectado, sino a menudo para el propio afectado, quien puede evitar reconocer la gravedad de su situación hasta que el malestar se vuelve insoportable.
Señales y síntomas menos visibles
Aunque detectar la depresión sonriente es complicado, la Dra. Sanz ha identificado algunas señales que podrían indicar su presencia. Cambios en la alimentación (por defecto o por exceso), trastornos del sueño, molestias físicas difusas y falta de concentración son algunos de los signos que suelen escapar al control de la persona afectada. Estos indicadores pueden ser pistas valiosas para detectar que el estado emocional de alguien no es tan ideal como pretende hacer ver.
Cuando la depresión es más severa, el individuo puede llegar a un punto en el que no puede mantener la máscara de bienestar y se derrumba de manera dramática, lo que puede incluir conductas autolesivas o incluso suicidas. En estos casos, la persona afectada acepta que algo anda mal y el primer paso sensato es no ocultarlo, sino enfrentarlo y pedir ayuda.
Profesiones de alto riesgo
La depresión sonriente es más común entre personas cuyas profesiones las exponen constantemente al público o requieren proyectar una imagen positiva. Profesionales del mundo del espectáculo, la música, la televisión, la alta dirección, la política o cualquier puesto que exija una imagen de éxito son particularmente vulnerables. En estos entornos, mostrar debilidad o sufrimiento puede percibirse como un fracaso, lo que lleva a las personas a ocultar su dolor tras una fachada de alegría y carisma.
Estas profesiones suelen fomentar una desconexión entre el «yo» público y el «yo» privado. Mientras que en el escenario, frente a las cámaras o en eventos sociales, estos profesionales deben proyectar una imagen ideal, al cerrar la puerta tras de sí se encuentran con sus propios temores, inseguridades y agotamiento emocional. Este contraste puede ser tan abrumador que lleva a una forma de sufrimiento que, al no ser visible, no recibe la atención necesaria.
Cómo ayudar a quienes sufren depresión sonriente
Romper el tabú en ambientes donde la felicidad es el único estado socialmente aceptable no es fácil. La Dra. Sanz sugiere que, si alguien percibe que una persona cercana puede estar deprimida, el mejor enfoque es hacerle ver que la depresión puede afectar a cualquier persona. Hablar de los propios sentimientos depresivos puede ayudar al afectado a sincerarse y romper esa mordaza que le impide salir de una situación que, aunque dolorosa, tiene solución.
Si en nuestro entorno observamos que una persona muestra signos como excesiva ocupación, humor constante, sonrisas forzadas o evita hablar de sí misma, podemos sugerir que estamos cansados de estar siempre disponibles para los demás y que necesitamos un descanso sin ser juzgados. Esto podría resonar con lo que esa persona está sintiendo y darle la oportunidad de desahogarse y comenzar a liberarse de la carga del perfeccionismo.