Italia fue el primer país de Europa golpeado por el coronavirus, sus hospitales se llenaban de pacientes afectados por aquel nuevo coronavirus que había nacido en China y al que se había restado importancia en el resto del mundo. Los italianos fueron los primeros en sufrir los efectos del Covid-19 y los primeros en tomar medidas duras para tratar de reducir los contagios. Ahora vuelven a confinarse.
Italia recurre ya al confinamiento domiciliario
El camino elegido por Italia es ya el del confinamiento domiciliario. De momento el país adopta la medida en las regiones más afectadas por la transmisión del coronavirus. El decreto ha sido firmado esta madrugada por Giuseppe Conte. Se titula «medidas urgentes de contención y gestión de la emergencia epidemiológica por parte de COVID-19».
Toque de queda en todo el país
Además el Gobierno italiano ha decidido extender el toque de queda. Será de obligado cumplimiento en todo el país desde las diez de la noche a las cinco de la madrugada. El gobierno italiano intentará compatibilizar las medidas de prevención y contención según la región.
Los datos son abrumadores. Los contagios no dejan de crecer. Sólo en Lombardía hasta 9.000 nuevos casos diarios, más de 2.000 solo en la provincia de Milán. La tasa de positivos confirmados por las pruebas llega al 22 %, casi todos asintomáticos.
Milán ya tiene un «hotel Covid»
Milán fue una de las capitales más golpeadas en la primera y en la segunda ola del coronavirus. Allí se ha abierto un «Hotel Covid» en el que pasarán la cuarentena personas positivas asintomáticas que no pueden hacerlo en sus domicilios. La zona de Lombardia sigue preocupando con los casos desbocados. Acumula más de 100.000 casos de los más de 700.000 de toda Italia. Los médicos han sido los que han pedido que se confine la ciudad y los expertos hablan de una situación «crítica» especialmente en Milán.
Graves disturbios contra las medidas
Desde hace días hay grupos violentos y organizados que han encabezado disturbios violentos en ciudades como Milán, Turín o Roma. Destrozan comercios provocando graves pérdidas económicas. Su violencia ensombrece otras protestas pacíficas de distintos sectores preocupados por las conbsecuencias de la crisis del coronavirus.