El Vaticano desaconseja la pulverización o fumigación de iglesias ante el riesgo de dañar el patrimonio

la basilica san pedro sometida a una inedita desinfeccion para su reapertura
la basilica san pedro sometida a una inedita desinfeccion para su reapertura

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El Consejo Pontificio de la Cultura ha publicado un documento con orientaciones para proceder a la limpieza y desinfección de los espacios litúrgicos en el que ha desaconsejado la pulverización o fumigación de las iglesias para eliminar el coronavirus ante el riesgo de dañar el patrimonio.

El documento, que está disponible en la página web del organismo de la Santa Sede que se ocupa entre otros asuntos de la promoción las relaciones de la Iglesia con el mundo de la cultura, ha alertado de los «daños irreversibles» que un mal uso de los productos desinfectantes puede provocar en el patrimonio artístico.

«Ante cualquier duda sobre los procesos de limpieza y desinfección, es mejor no aplicar ningún tratamiento, ya que se pueden causar daños irreversibles al patrimonio cultural. Lo más recomendable es crear un consenso sobre todas las medidas con profesionales en el campo de la conservación y restauración», afirma el documento del Vaticano.

El organismo vaticano que preside el cardenal italiano Gianfranco Ravasi pide que se evite el contacto directo de los fieles con los bienes culturales «para evitar el contagio» y así eliminar la obligación de «aplicar soluciones desinfectantes» en las obras para evitar el contagio.

«El patrimonio cultural es un activo no renovable, por lo tanto, cada acción que pueda afectar su estado de conservación debe ser conocida, evaluada, documentada y sujeta a consenso con los expertos», se puede lee en el texto con orientaciones.

Así el Vaticano alerta también del uso de productos que generan desechos nocivos, como la lejía, el amoníaco y algunos detergentes, al advertir sobre su impacto en edificios y objetos de culto. La alternativa propuesta es el uso, de acuerdo con las recomendaciones de las autoridades sanitarias, de soluciones hidroalcohólicas diluidas y jabones neutros, pero siempre aplicadas «de manera controlada y bajo la supervisión de un técnico de bienes culturales».