El primer viaje del Papa Francisco desde que estalló la pandemia será… a Irak. Una noticia sorpresa, que se ha ido madurando durante los últimos meses y que se ha confirmado después de las elecciones en Estados Unidos y la derrota de Donald Trump.
«Atendiendo la invitación del presidente de la República de Iraq y de la Iglesia católica local, el Papa Francisco viajará al país del 5 al 8 de marzo de 2021, visitando Bagdad, la planicie de UR, dedicada a la memoria de Abraham, la ciudad de Erbil (capital del Kurdistán), así como Mosul, Qaragosh y Nínive», afirma el director de la Sala Stampa vaticana, Matteo Bruni, anunciando el que será un viaje cargado de simbolismo.
Porque Irak es uno de los países que más duramente ha vivido la pandemia, y Francisco quería que su primer viaje al extranjero fuera a uno de los centros del coronavirus. Se llegó a plantear España, dado que EEUU y Brasil están ‘vetados’ para Bergoglio, pero finalmente se eligió Irak, por su fuerte simbolismo religioso y como un apoyo explícito al regreso de las comunidades cristianas, que huyeron ante el acoso del Estado Islámico.
Será el primer viaje después de quince meses de suspensión de peregrinaciones. Un destino al que Bergoglio quería acercarse desde hacía años. Ya lo dijo el 10 de junio de 2019, durante una audiencia. «Un pensamiento insistente me acompaña pensando en Iraq», decía, compartiendo la voluntad de ir en el 2020, «para que pueda mirar adelante a través de la pacífica y compartida participación en la construcción del bien común de todos los componentes también religiosos de la sociedad y recaiga en tensiones que provienen de los jamás aplacados conflictos de las potencias regionales».
Una posibilidad que pareció cada vez más concreta, cuando el 25 de enero de 2020, el Papa recibió a Barham Salih, Presidente de la República de Iraq, en el Vaticano, pero que se frenó por la pandemia mundial. Entre los objetivos del viaje, señalaba en su día la Santa Sede, estaba «fomentar la estabilidad y el proceso de reconstrucción (en el país), alentando el camino del diálogo y la búsqueda de soluciones adecuadas a favor de los ciudadanos y en el respeto a la soberanía nacional». Central «la importancia de preservar la presencia histórica de los cristianos» y «la necesidad de garantizarles la seguridad y un lugar en el futuro» del país.
Además de la visita a Bagdad, la estancia en la llanura de Ur de los Caldeos, patria de Abraham, será sumamente significativa, así como la llegada a Qaragosh y Nínive, epicentro de la persecución a los cristianos iraquíes. La elección de Erbil, capital del Kurdistán, también quiere ser un apoyo a las reivindicaciones de los kurdos, atrapados en una guerra sin fin, y al acoso de Turquía.