«El Narcisismo frente a la democracia»

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La mitología de Narciso también ha estado presente en las elecciones en Estados Unidos. El candidato republicano, Donald Trump, es el líder del narcisismo moderno. Toda su vida la ha querido tildar de triunfalismo, se ha configurado una personalidad de éxito que ha superado sus expectativas. Más rico que nadie, más listo que nadie, todo lo que me rodea si no piensa como yo es inframundo, cualquier rival que tenga el valor de hacerme sombra será desconsiderado hasta la burla. Así ha pensado Trump desde que inició su apuesta presidencial. Ejemplos lacerantes de este estilo de liderar lo puso de manifiesto cuando se mofó del senador por Arizona hasta 2018, John McCain, cuando se opuso a que Gina Haspel dirigiera la CIA. Otro más reciente es el desprecio burlesco a su rival demócrata, Joe Biden, con calificativos como Joe el dormido o Biden for resident, caricaturizando la edad del candidato.

«Las aguas cristalinas del lago Estigia sirvieron de escenario del hundimiento de Narciso empujado por su vanidad»

Para Trump daba igual, más joven o mujer, nada le hubiera impedido para que su narcisismo hubiera arremetido con fiereza contra quien osara oscurecerle en su camino a la reelección. Ya se han burlado también del nombre de la vice presidenta. No hay nadie al otro lado, no hay idea más valiosa que la mía, volvió a pensar Trump. Tampoco se libró de los desprecios el mejor jugador de la NBA, Lebron Jame.

Sin embargo, frente a los líderes narcisistas la realidad les suele esperar para golpearles en su más preciado ego. Arizona ha sido uno de los estados que más problemas le ha dado a Trump. La esposa del senador McCain apoyó sin ambages a Joe Biden. Mi familia de Filadelfia, gracias, gracias escibió Lebron en su cuenta de twitter el pasado viernes. El voto urbano de Filadelfía decantó la contienda electoral para Biden.

Claro que los narcisistas donde solo cabe el éxito en su vida no pueden admitir que alguien, siempre inferior a ellos, les derrote. No pueden pasar a la historia como perdedores y es por eso por lo que Donald Trump ha emprendido esta campaña de acusaciones de fraude, engaños, y todo lo que se le pueda ocurrir con el fin de menospreciar la victoria de su oponente. Lo malo es que arrastra a gente que en la caterva de la manipulación salen a la calle para defender, no una idea, sino la vanidad de su líder.

«Para Trump daba igual, más joven o mujer, nada le hubiera impedido para que su narcisismo hubiera arremetido con fiereza contra quien osara oscurecerle en su camino a la reelección»

La democracia ha dictado sentencia, los votos meticulosamente contados, escrupulosamente comprobados han expulsado a Narciso del Olimpo reemplazado por un hombre al que la vida le ha quitado tanto con la muerte de su mujer y dos de sus hijos que, ahora suena a justicia que otorgue a sus 78 años la posibilidad de pasar a la historia como un ganador, mientras que al exitoso que solo sabe de triunfos, ahora la historia lo registrará como un perdedor.

Joe Biden llama a la unidad, al reencuentro de ideas, a la pacificación de las calles, habla con lenguaje sencillo, comprensible alejado del lenguaje tabernario de su oponente, escenifica ante el mundo una nueva manera de entender la realidad desde la humildad y la libertad.

La democracia se impuso a Narciso.

Moisés Ruiz. Profesor de Liderazgo de la Universidad Europea de Madrid