Desde mapas de identificación de casos hasta apps de rastreo de contagio, el manejo de datos es crucial en esta crisis.
Primero se luchó con palos, piedras y lanzas, después llegaron los arcos, las espadas, los cañones… el planeta entero se estremeció hace algo menos de un siglo por la bomba nuclear, pero entonces no sabían lo que todavía estaba por venir: en el mundo en el que vivimos, los datos se han convertido en las nuevas balas de una batalla.
Y así ha sido y está siendo también en el caso del coronavirus, ese enemigo común a todos los países de la Tierra que ha hecho que nuestras vidas se paren. Desde mapas de identificación de casos por países hasta aplicaciones de rastreo de contagio, pasando por el uso de la inteligencia artificial, estas han sido las herramientas digitales para hacer frente a la COVID-19.
¿Cómo se han usado los datos en esta crisis sanitaria?
En primer lugar, fue una compañía canadiense de inteligencia artificial llamada BlueDot quien alertó sobre un inusual aumento de casos de neumonía en Wuhan el 30 de diciembre, cuatro días antes de que la OMS lance el primer aviso oficial en sus redes sociales.
BlueDot emplea algoritmos capaces de analizar en tiempo real millones de datos relacionados procedentes de distintas fuentes de internet -medios de comunicación, datos oficiales, bases de datos sobre enfermedades de animales o plantas e incluso foros-. Como dice su propia web, su software “cuantifica el riesgo de exposición a enfermedades infecciosas a nivel mundial”.
“Nuestro sistema global de alerta temprana combina más de 100 conjuntos de datos con algoritmos patentados para brindar información crítica sobre la propagación de enfermedades infecciosas”, subrayan. La capacidad de esta herramientaya ha sido probada en otras ocasiones, como con el SARS en 2003 o cuando en 2016 fue capaz de predecir con seis meses de antelación la llegada del virus Zika.
Pero además de para la detección de la enfermedad, la inteligencia artificial y el big data han sido claves también de otras maneras: “Las decisiones que se han tomado y se están tomando en cuanto a los periodos de confinamiento y las fases de la desescalada están basadas en los datos de contagios, fallecimientos, hospitalizados, ingresos en UCI, etc., utilizando métodos estadísticos y predictivos (las famosas curvas)”, dice Alejandro Moreno, Data & Analytics Co-Director en Hiberus Tecnología. Estas informaciones han sido cruciales para manejar la epidemia.
No obstante, también han resultado un poco caóticas y ha habido cierto ‘baile de números’ en muchas ocasiones. “Esto denota la poca preparación que las Administraciones Públicas tienen o tenían para presentar información a los ciudadanos, les ha costado mucho publicar algunas informaciones, tan esenciales y demandadas, con un nivel de calidad, uniformidad y detalle suficiente”, reclama Moreno.
La uniformidad ha brillado por su ausencia: “Cada AAPP muestra los datos de una forma específica, con un detalle diferente y sorprendentemente la mayoría de ellas sin utilizar mecanismos de OpenData. Además, cada día se cambian los formatos, se incorporan indicadores…”.
No es algo que solo haya ocurrido en España, comenta el experto en Data, ya que esta misma situación se ha producido en otros países de nuestro entorno como Italia o Alemania.
Soluciones directas
Uno de los países de los que más se ha hablado por su manera de afrontar el coronavirus ha sido Corea del Sur. “Se basó en el uso de una aplicación que geolocalizaba a los pacientes que tenían síntomas, lo que facilitaba el aislamiento y evitaba la propagación del virus al analizar donde se estaban produciendo los contagios”, explica Moreno.
Una solución muy polémica al inicio de la pandemia, pero que en cierta manera se ha ido adoptando en otros puntos del globo. Si bien las apps de rastreo de contagio que se están utilizando en Europa y América no utilizan dicha geolocalización -están basadas en Bluetooth– y supuestamente protegen información y privacidad, también hay detrás un manejo importante de datos.
“Nunca una crisis mundial ha contado con tantos datos y tanta capacidad para procesarlos: han nacido y se han popularizado muchas soluciones basadas en datos para dar soluciones”, declara Mariano Minoli, especialista Data de Hiberus.
Han sido muchos los entornos colaborativos que han surgido en estos meses, como el popular mapa en tiempo real de la Universidad Johns Hopkins, uno de los primeros en aparecer. Estas iniciativas se basan en fuentes oficiales para mostrar y localizar geográficamente todos los casos detectados y las muertes registradas, así como la evolución de ambas.
La ‘Cara B’
El experto en big data Minoli reconoce que se plantea una “doble situación” en esta crisis sanitaria: por un lado “la oportunidad de ofrecer soluciones”, pero a la vez “la necesidad de ser muy cuidadosos con el tratamiento de los datos personales”. “Hay cierto miedo al ‘Gran Hermano’, especialmente ahora que hemos salido del confinamiento y que se está hablando de usar apps de rastreo, por ejemplo”, indica.
En este sentido, muchos han sido los bulos que han aparecido en relación a dichas aplicaciones. Lo cierto es que las políticas de protección de datos están limitando las actuaciones y protegiendo la privacidad de los ciudadanos.
Y el segundo aspecto negativo derivado de la pandemia, relacionado con los datos, es la sobrecarga de información. “Hay una clara ‘infoxicación’ o sobrecarga informativa, los medios de comunicación han querido proporcionar cuantas más noticias mejor y los propios usuarios han querido consumir también cuanto más, mejor”, apunta Minoli.
Lo más importante en este momento de difusión es saber consumir la información “de manera inteligente”, no dejándose llevar por las fake news y no saturándonos de contenidos innecesarios, coinciden ambos expertos.