«El beso del ángel», un «thriller» salpicado de vino y sangre

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"Voy a borrarte el beso del ángel, tu marca de nacimiento. Voy a arrancarte la piel". Esta es una de las frases del último libro de Andrés Pascual, "un 'thriller' salpicado de vino y sangre, en el que se explora el lado oscuro de las personas" y que genera "un miedo controlado" en el lector.

«Es un ‘thriller’ puro, con un ritmo implacable y que gustará en cualquier capital de provincia, por lo mismo que nos atraen y nos generan fascinación los asesinos en serie», ha explicado a Efe Andrés Pascual, que este martes saca al mercado «El beso del ángel», tras aplazarlo el pasado 24 de marzo por la COVID-19.

Asegura que «los asesinos en serie nos atraen porque queremos entender el motivo por el que hacen semejantes atrocidades, porque genera ansiedad el que pueda ser cualquiera de nuestros vecinos o familiares y porque nos gusta pasar un miedo controlado».

La protagonista de esta novela de suspense, Camino Tejada, es una periodista que regresa del extranjero a su ciudad natal, Logroño, para cuidar a sus padres: una madre que había sido una belleza local y un cocinero con una estrella Michelín que está en estado vegetal tras sufrir un ictus porque su otro hijo, Lucas, arruinó económicamente a la familia.

Durante un evento en una bodega, en la que Lucas dirige un hotel «boutique» y un spa de enoterapia, se produce el asesinato brutal de una celebridad local y entre los sospechosos de esa «carnicería» figura el hermano de Camino; mientras que esta «decide tomar las riendas de su vida porque lo único que tiene es a sí misma».

Detrás de la trama hay «una familia que se supone que lo tenía todo, pero está rota, reducida a cenizas y, a partir del peor de los sucesos, tratan de recomponerla cuando a cualquiera podía parecerle que todo está acabado».

Pascual (Logroño, 1969) lo relaciona con la situación generada por el coronavirus, donde «lo importante no es cómo nos hemos quedado, qué ha hecho el virus de nosotros, sino lo que vamos a hacer nosotros con lo que ha quedado de lo que éramos».

«Lo que tenemos que hacer es sacar lo mejor de nosotros mismos en este instante y con estas circunstancias», como hace la protagonista, «una persona que lo tiene todo y cuando su vida se ha hundido y parece que no le puede pasar nada peor, a su hermano le acusan de un asesinato».

En el libro hay «mucha oscuridad y mucha sordidez» y lo que los personajes tienen que conseguir es «aceptar esta sombra que llevan con ellos para, a partir de ahí, aniquilarla y ver la luz» porque «lo primero que hay que hacer es aceptar nuestras propias sombras, que nos resulta muy complejo en las ciudades pequeñas».

SALIR ADELANTE ANTE LOS DESAFÍOS

La protagonista tiene en el cuello una mancha de nacimiento, lo que se conoce como «el beso del ángel», título del libro que, en su significado conceptual, alude a que, al ser algo diferente, hay quien quiere borrarlo para ser como todo el mundo.

En las pequeñas capitales de provincia y «no tan pequeñas», el problema que suelen tener las personas es la falta de identidad porque «nos solemos ver obligados a ir por una serie de carriles marcados para estar a la altura de los demás mucho antes de estar a la altura de nosotros mismos».

Camino Tejada, en un momento determinado, cuando ocurre algo terrorífico, «se da cuenta de que tiene que coger las riendas de su vida y, en lugar de querer borrar el ‘beso del ángel’ de su piel, decide llevarlo a gala y ser ella misma porque es la única forma que tiene de salir adelante», afirma Pascual.

«El beso del ángel» está escrito en presente y en primera persona porque el autor quiere que el lector viva los conflictos de los personajes como propios y cree que en muchos de ellos se verán reflejados.

Porque, dice, «todos hemos pasado por momentos de subida y de bajada en nuestra vida», como ahora con el coronavirus, y, «por muchos golpes, siempre tendremos seres capaces de salir adelante ante cualquier desafío».

Detrás también hay «una superación para conseguir vencer esa esclavitud al entorno, que normalmente nos oprime y encadena, y ser nosotros mismos», pero «no solo como personas, sino como núcleo familiar», que es importante en España, asegura Pascual.

Ha elegido como escenario de su última obra su ciudad natal, Logroño, pero es extensible a cualquier capital de provincia, que los personajes recorren y reflejan, en este caso, la nueva pobreza, las mujeres del mundo rural y la complejidad de las relaciones familiares.

Todas las capitales de provincia, para él, tienen su historia y su porqué y ello determina la forma de ser de sus ciudadanos y la manera de relacionarse unos con otros.

Junio de 2020 es la fecha en la que transcurre la parte principal de la trama, cuando se inicia la celebración del V centenario del asedio de Logroño por las tropas francesas, ocurrido en 1521; aunque también se retrocede a escenas ocurridas treinta años antes, que se narran en tercera persona.

La innovación del mundo del vino, la sofisticación del nuevo enoturismo y la gastronomía forman parte de «El beso del ángel», que contrasta con la parte más tradicional de la viticultura que se observa en «A merced de un dios salvaje», su anterior novela, también situada en La Rioja, y que no tendrá nada que ver con su nuevo trabajo, que será un libro de ficción.

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AGENDA MILIMETRADA

Esta novela incluye algunas anécdotas vividas por el autor durante la época en la que vivió en Logroño, en la que ejerció como abogado hasta que decidió dedicarse a la literatura y ya ha escrito diez libros antes que «El beso del ángel», que han sido traducidos a nueve idiomas.

Un día antes de la declaración del estado de alarma a mediados de marzo por el coronavirus, Pascual tenía una agenda milimetrada durante un mes, con la promoción del libro en trece ciudades, charlas en Moscú y Hamburgo… «y, en un minuto, todo se canceló para siempre».

«Me di cuenta de que no pasaba nada porque la verdadera tragedia era la de aquellos que habían perdido un ser querido por la COVID-19, los que estaban hospitalizados y los que veían peligrar su trabajo y el sustento de su familias…».

Por ello, pensó que lo único que tenía que hacer, como Camino, era «ver cuál era la situación, no dejarme llevar por el caos o la frustración de los acontecimientos y ver qué podía hacer con lo que me habían dejado».

Ana Lumbreras