CUENCA: Calidad y buenas perspectivas de precio en la cosecha de ajo morado

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La campaña se desarrolla con normalidad, si bien la pandemia ha modificado el sistema de trabajo y ha empujado a la mecanización del proceso de corte.

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Con una calidad excelente y con buenas perspectivas de precio. Así se presenta la cosecha de ajo morado en la región, que llega ya a su recta final en la recolección y corte.

A diferencia de la cosecha de ajo temprano o spring, la climatología ha favorecido el desarrollo final de la planta y, a falta de datos concluyentes, se confirma una cosecha “mejor de lo que se esperaba”.

Además, tanto en la aplicación del protocolo covid como en las necesidades de mano de obra, la campaña está transcurriendo con total normalidad.

Así lo pone de manifiesto el presidente de la Mesa Nacional del Ajo, Julio Bacete, quien destaca que los altibajos de temperaturas del mes de mayo junto a las abundantes lluvias de la primavera, que provocaron ataques de hongos como el de la blanquilla y la roya, hacían temer por la producción de este año.

Afortunadamente, en una campaña en la que las pérdidas en la cosecha de ajo temprano ha puesto sobre las cuerdas a los productores, los pronósticos iniciales no se han cumplido en el ajo morado, variedad que aglutina en la comarca manchega la principal producción de la Unión Europea, y es, además, la única del mundo en contar con una Indicación Geográfica Protegida de Calidad.

Las últimas lluvias, eso sí, están complicando las tareas de recolección en las zonas más retrasadas, que son las menos, puesto que a estas alturas el grueso de la cosecha se ha recogido. Otra cosa es el corte, aunque las tareas están muy avanzadas, incluso finalizadas en muchos casos, –sobre todo entre los empresarios que han optado por la mecanización del proceso– aún queda mucha producción en el campo.

Según las estimaciones de la presidenta de la IGP Ajo Morado de Las Pedroñeras, Elena Mesas, no será hasta, aproximadamente, el 27 de julio cuando toda la producción esté ya en los almacenes, momento en el que podrá hacerse una estimación fiable del volumen de cosecha de este año. De momento, dice, todos los esfuerzos se centran en finalizar la recolección.

Este año la campaña se ha adelantado un poco y, además, en muchos casos la poca fuerza del ‘palote’ o brote, a consecuencia del golpe de calor, ha obligado a una recolección temprana por lo que hay desigualdad entre las distintas zonas productoras de la región. En lo que coinciden todas las partes es en que “tenemos un ajo de calidad superior y aunque sí parece que hay menos cantidad que el año pasado el calibre es mayor de lo que se esperaba. En general la cosecha es buena”, apostilla el pedroñero Julio Bacete, presidente también de la cooperativa de segundo grado Coopaman, que aglutina a seis cooperativas de Las Pedroñeras, Mota del Cuervo, San Clemente, El Provencio, la Alberca de Záncara y Santa María del Campos Rus.

PRECIOS

Asimismo, a pesar de la incertidumbre, las primeras estimaciones son optimistas respecto a los precios. Habrá que esperar también la evolución del ajo spring pero la previsión es que en el morado “los precios para los productores serán buenos”, apostilla Mesas.

Con todo se mantiene la incógnita. Que después del cierre de fronteras, China haya puesto en circulación su estocaje a precios bajos, no ayuda. Aproximadamente el precio ronda los 700 euros por tonelada, cuantía con el que es difícil competir, pero lo positivo es que a consecuencia de la covid-19 la demanda de ajo español, tanto a nivel nacional como internacional, ha aumentado notablemente. Además, se han abierto nuevos mercados que hasta ahora “eran impensables” añade Bacete. A todo esto Mesas apunta que otro dato positivo es que la nueva campaña arranca sin excedentes.

De hecho, según datos de la Consejería de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural del Gobierno de Castilla-La Mancha, el sector del ajo de la región ha incrementado en un 67 por ciento el valor de las exportaciones desde enero hasta abril de 2020, en plena pandemia, hasta alcanzar una facturación de casi 46 millones de euros.

Todo esto unido a la mala campaña del ajo temprano, hace que las perspectivas para la variedad autóctona sean optimistas. Con todo, la presidenta de la IGP Ajo Morado de Las Pedroñeras destaca que habrá que esperar la evolución de los mercados y para ello, primero es necesario conocer el alcance de las pérdida de calidad en la cosecha de ajo spring. “Al final todo es un cómputo general y, de momento habrá que esperar hasta conocer la situación real”, apostilla.

En los últimos años variedades chinas, como el denominado ajo temprano o spring, han ido ganado terreno en La Mancha, al tratarse de un ajo con mayores rendimientos de producción, y lo ha hecho hasta situarse por encima del ajo morado, aproximadamente en estos momentos de las cerca de 20.000 hectáreas de cultivo en la región, el 65 por ciento. Pero también es menos resistente y este año, además ha tenido serios problemas con las intensas lluvias de esta primavera. Tanto es así, que según los cálculos del sector, los productores habrían destruido cerca del 45% de la cosecha, pero además un alto porcentaje de la que se ha librado tiene mala calidad. Lo que supondrá un problema de mercado.

De momento no se están haciendo muchas operaciones pero, según destaca Bacete, “hay nuevos mercados que siguen pagando precios altos pero quieren calidad y los tenemos que derivar al morado, porque en los tempranos no hay tanta, y eso supone una buena oportunidad para nuestro ajo estrella”.

Por lo demás, a pesar, eso sí, de la preocupación por la Covid-19, la campaña está transcurriendo con total normalidad. Tanto trabajadores como empleadores se han adaptado bien al protocolo para evitar contagios por coronavirus, aún así “el peligro está ahí, ponemos todos los medios pero la verdad es que preocupa, sobre todo en el campo”, señala Javier Moya, productor de Las Pedroñeras, quien apunta que, si bien es cierto que no se están registrando problemas, es necesario “tomar todas las precauciones posibles”.

Además de las medidas excepcionales que la pandemia ha obligado a adoptar en esta campaña del ajo, otra de las consecuencias ha sido que ha impulsado la mecanización del corte del ajo. Una labor que concentra la mayor parte del empleo de temporeros. De hecho, esta circunstancia, junto a la reduccion de cosecha del ajo spring ha hecho que, lejos de las previsiones iniciales, la oferta de mano de obra esté por encima de la demanda de los empleadores.

El corte es uno de los pocos, si no el único proceso productivo del ajo que aún no se había mecanizado, aunque hace años que la tecnología en este campo ha evolucionado notablemente respecto a las primeras cortadoras de ajo que salieron al mercado.

Ha sido la amenaza de falta de mano de obra por el cierre de fronteras la que ha empujado a que este proceso se haya empezado a generalizar entre los principales productores. De hecho, solo en el caso de fabricantes como la empresa pedroñera Zocapi, las ventas de máquinas recogedoras y cortadoras se han incrementado esta campaña en más de un 40 por ciento.

Una sola máquina de este tipo corta al día unos 40.000 kilos de ajo morado y más de 60.000 en el caso de variedades de mayor calibre, como es el caso del spring. En definitiva, según apunta el productor pedroñero, Manuel Izquierdo, con la utilización de esta maquinaria se reduce en un 70% la necesidad de mano de obra en el campo. Eso sí, destaca que eso no quiere decir que se destruya empleo. “Reducimos la dependencia de mano de obra temporera pero por contra el trabajo de almacén se alarga y, por tanto, al final la generación de empleo en la campaña es el mismo”.

Si a esto se suma el hecho de la rentabilidad que supone para los productores, Izquierdo no duda en afirmar que las cortadoras “han llegado para quedarse”.

Como para muchos otros empresarios agrarios de Las Pedroñeras, éste ha sido el primer año que Manuel Izquierdo ha utilizado una máquina para realizar de forma simultánea la recolección y el corte del ajo. Los resultados, dice, han sido muy satisfactorios.

Además del corte mecanizado del tallo, el ajo pasa en el campo por una limpiadora y posteriormente por una secadora, que facilita la caída de las raíces. El proceso culmina con su paso por los rodillos de la clasificadora de ajos que, en este caso, además de seleccionar el calibre completa la preparación para su salida al mercado.

Es cierto, dice el propio fabricante, Enrique Picazo, que el resultado no es igual que cuando se realiza de forma manual, pero esto no es ningún inconveniente. Entre otras cosas, “porque el mercado ha cambiado. Las preferencias de los consumidores son otras y, por ejemplo, hay mucha demanda de ajos en dientes pelados y otros formatos que no requieren una manufacturación manual”.

Pero además, al secarse en secaderos se evita el riesgo de lluvias extemporáneas, es decir que se mojen una vez que ya se han recogido y antes de cortarse tienen que permanecer un tiempo en la tierra para orearse. Por todo ello, la previsión es que después de que este año la utilización de estas máquinas se ha disparado a consecuencia del la Covid, es que en los próximos años sustituya al cien por cien el proceso de corte manual en el campo como se viene realizando hasta el momento.