Concejos para mantener los oídos libres de enfermedades

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Los oídos son seguramente una de las partes del cuerpo humano más olvidadas. Solo nos acordamos de ellos cuando nos duelen o cuando tenemos un tapón y no escuchamos nada. Pero es fundamental mantenerlos bien cuidados para que estén a salvo de posibles infecciones (las temidas otitis), que pueden llevarnos a un problema de salud mayor con pérdida de audición en los casos más graves. 

La otitis es una inflamación del oído causada generalmente por una infección (un virus o bacteria). Existen tres tipos de otitis. La más habitual, sobre todo en niños menores de tres años y en verano, es la media, que afecta a la mucosa de la parte central de la oreja y es consecuencia de una infección vírica. Según datos de la Asociación Española de Pediatría, más del 90 por ciento de los niños tiene un episodio de otitis media aguda antes de los cinco años. Se puede producir también por alguna alergia o golpe y se genera en el hueco de aire que queda detrás del tímpano. 

La otitis externa afecta a aquellas personas que están mucho tiempo en contacto con el agua y es causada por bacterias y hongos. Se da en la parte externa. Y otitis maligna, la más grave, ya que se extiende a los huesos que están alrededor del cráneo. Suele producirse en personas mayores o con un sistema inmunitario debilitado. 

La infección puede evolucionar de varias maneras y llegar a conducir a la secreción de líquido (otitis media seromucosa) en la región del oído medio. Ese líquido puede ser seroso (fluido y parecido al agua), musoco (más viscoso) o purulento (con pus). Los virus que generan esta infección entran en el cuerpo por los oídos, la nariz o la boca y lo más normal es que coincida con otras enfermedades como una gripe o una alergia.

Algunas veces puede comenzar por una acumulación de cera o por estar muy expuestos a humo o contaminación. En el caso de los niños, lo más frecuente es que sea en verano por los baños en playas o piscinas.

Síntomas y tratamiento de la otitis

Sus síntomas son claros: dolor en el oído al tocarlo por fuera, dolor de cabeza, fiebre, dificultades para oír bien y hasta pérdida de equilibrio. Si hablamos de bebés, algunas señales que pueden indicar que tenga una infección de oídos son el llanto continuado y la irritabilidad. A veces también puedes notar cómo se tocan los oídos de manera insistente y en algunos casos pueden tener fiebre, falta de apetito o dificultades para conciliar el sueño. Siempre, consulta con un pediatra si notas estos síntomas.

Su tratamiento no es complicado pero ante el primer síntoma lo mejor es acudir al médico para que nos diga si debemos o no seguir un tratamiento de antibióticos, porque algunas veces puede desaparecer por sí sola. En 48 horas se empieza a notar una mejoría en el caso de tomar antibióticos. Algunas veces, con tomar ibuprofeno, si es consecuencia de un virus, será suficiente y los síntomas empezarán a remitir a los dos o tres días de empezar a tomarlos. Además, el otorrinolaringólogo también puede recetar descongestionantes nasales y mucolíticos, dependiendo de cada caso y paciente. 

Cinco consejos para prevenir una infección de oídos

Hay ocasiones en las que será imposible evitar una otitis o un dolor de oído. En invierno con el frío y los resfriados (en los que aumenta la producción de moco en la nariz y la garganta, que al estar comunicados con el oído medio puede hacer que se acumule también en el oído y produzca dolor u otalgia), en primavera por las alergias y en verano por el contacto con agua de piscinas o del mar es más fácil tener una infección que nos haga sentir molestias muy incómodas durante varios días.

Hay algunos trucos para prevenir las infecciones de oído que son muy fáciles de llevar a cabo y que nos evitarán más de un problema o molestia:

1- Lávate las manos con frecuencia. Sabemos que con la pandemia hemos aprendido que este pequeño gesto es mucho más importante de lo que pensábamos. Es la mejor manera de evitar entrar en contacto con un virus o con las bacterias que provocan la otitis u otras enfermedades víricas. A esto debemos añadirle ​​beber abundante líquido y realizar una buena ventilación de interiores.

2- Nada de bastoncillos. La limpieza de los oídos es fundamental pero no debemos usar nunca bastoncillos de algodón para hacerlo por dentro, únicamente se pueden usar para la parte exterior. Lo mejor es limpiarlos delicadamente con una toalla cuando salimos de la ducha o después de un baño en la piscina o la playa. 

3- No aguantes con un tapón. Ante el primer síntoma que notes de que puedes tener un tapón en un oído, acude al otorrino para que haga una revisión y vea si tienes uno. Será él el que lo elimine sin provocar daños y quien te indique cómo tratarlo en los días posteriores. Si aguantas varios días sin ir al médico, puede ir a más y luego será peor y podrá causarte una infección.

4- Oídos bien secos. Igual que con el tema de la limpieza, una toalla es nuestra mejor amiga para esto. Seca bien los oídos cuando salgas de la ducha o de una piscina, y si lo necesitas usa tapones para bañarte, por ejemplo si eres de los que practica natación habitualmente. Más vale prevenir que curar.

5- Cuidado con las alergias. Hay años que la alergia nos llega de repente e incluso antes de que haya comenzado la primavera, que es cuando son más habituales. Estate atento a los primeros síntomas (más mocos, lagrimeo en los ojos, estornudos frecuentes…) y acude a un alergólogo que te diga qué puedes tomar para rebajar esos molestos síntomas, si es que lo necesitas.

En el caso de los niños, es imprescindible llevar al día el calendario de vacunación porque algunas de las enfermedades para las que hay vacuna pueden producir otitis en los más pequeños. La vacuna frente al neumococo y haemophilus son dos de las que pueden prevenir estas infecciones.