El Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, situado en el centro de la Península Ibérica, en lo que se conoce como La Mancha Húmeda, es el último representante del ecosistema denominado tablas fluviales.
El Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel agoniza con menos de 50 hectáreas inundadas a principios del mes de septiembre y se encuentra en proceso de poder quedar completamente seco si no se producen abundantes precipitaciones durante los próximos meses de otoño e invierno.
Así lo ha comentado a Efe el portavoz de los grupo ecologistas en el parque nacional, Rafael U. Gosálvez, quien ha advertido de que la falta de precipitaciones y la extracción continuada de aguas subterráneas del antiguo Acuífero 23 coincidiendo con la campaña de riego, ha aumento el riesgo de secar uno de los humedales más emblemáticos de la Península Ibérica.
Gosálvez ha comentado que el parque nacional se encamina a su séptimo año seco, con ausencia de entrada de agua tanto superficial a través de los ríos Guadiana y Gigüela y sin aportes de agua subterránea procedentes del Acuífero 23 que ahora se divide en tres masas de agua -Mancha Occidental I, Mancha Occidental II y Rus Valdelobos-.
Esta situación lleva al parque a tener inundadas en la actualidad poco menos del tres por ciento de la superficie total potencialmente encharcada, que son 1.750 hectáreas.
Golsálvez ha comentado que la situación de «sequía crónica» que tiene el parque nacional está relacionada directamente con la sobreexplotación que sufre el acuífero Mancha Occidental que no tiene reservas suficientes para atender la demanda de usos legalmente reconocida por la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG) y por lo tanto, no recarga de forma natural este humedal.
La sobreexplotación por parte de los agricultores de los recursos de agua de este acuífero dejan en una delicada situación al parque nacional, que según el representante de los ecologistas, también sufre las consecuencias del cambio climático que pone de manifiesto en los últimos años el Panel Intergubernamental del Cambio Climático.
«La situación está clara, sabemos que nos encaminamos a largos periodos de 7-8 años en los que Las Tablas no tendrán agua y otro periodos de 3-4 anos con agua, debido a que el clima está cambiando en esta zona del país», ha explicado.
Ante esta situación, ha comentado, «el parque nacional será el ejemplo de la gestión que se haga del agua en el Alto Guadiana».
En este sentido, ha señalado «si la Consejería de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha sigue permitiendo el aumento de cultivos de pistacho, almendra, olivo y viñedo de regadío o la Consejería de Desarrollo Sostenible permite proyectos de macrogranjas de porcino o la instalación de termosolares, la presión sobre el agua seguirá aumentando, y por tanto, habrá menos para espacios protegidos como Las Tablas de Daimiel».
Gosálvez ha comentado que la puesta en marcha por parte de la CHG de un Plan Especial de Control de Pozos de los que se extrae agua para riego es una medida fundamental para evitar «abusos sobre el uso del agua».
Sin embargo, ha advertido de que lo fundamental es que «no sólo no se otorguen más permisos de uso del agua del acuífero, sino que se regulen los derechos reconocidos que exceden en la actualidad los recursos renovables que cada año entran de forma natural en este acuífero».
«El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico quiere controlar el uso del agua y detectar las irregularidades a lo largo de los 5.000 kilómetros cuadrados por los que se distribuye el Acuífero 23, es una herramienta para tratar de revertir esta situación, pero es insuficiente si la gestión del agua sigue haciéndose sin tener en cuenta el agua realmente disponible que existe en este territorio», ha concluido.
El Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, situado en el centro de la Península Ibérica, en lo que se conoce como La Mancha Húmeda, es el último representante del ecosistema denominado tablas fluviales.
Cuando se encuentra con una superficie inundada adecuada acoge una gran riqueza faunística, lo que en 1982 le llevó a ser declarado zona Ramsar para la protección de los humedales por la Unesco y, posteriormente, Zona de Especial Protección para las aves por la Unión Europea.