Las críticas de Jack Ma, presidente de Alibaba al Gobierno chino en materia de regulación han tenido un efecto boomerang. China ha elevado el control y amenaza con elevar su grado de intervención
El Partido Comunista Chino (PCCh) tiene 89 millones de miembros. Si fuera un país, sería el decimoséptimo más poblado del mundo. Iría justo por detrás de la República Democrática del Congo y por delante de Alemania. Dentro de la sociedad china, tener el carnet del PCCh, sobre todo fuera de las grandes urbes, otorga un estatus superior, de respeto. Todos los políticos de las 34 provincias chinas son miembros del partido. Muchos de los empresarios más importantes del país también lo son. Sobre todo, los que dirigen compañías tecnológicas. Pero sólo uno de ellos figura cada año en las listas de Forbes de las personas más poderosas del mundo.
Los jóvenes usan el apodo «Papá Ma» para referirse en sus redes sociales al hombre que levantó una de las compañías de comercio electrónico más grandes del mundo y que salió en una película interpretando a un maestro de kung fu que ganaba todos los combates contra las estrellas del cine patrio. En Occidente, a «Papá Ma» lo conocen como Jack Ma, fundador de Alibaba.
La noticia de que Jack Ma era miembro del PCCh se conoció públicamente hace un par de años, coincidiendo con la limpieza de funcionarios del partido que estaba haciendo el presidente chino, Xi Jinping. En cambio, la élite empresarial innovadora y fiel al Gobierno, los que han asentado a China como potencia tecnológica, eran intocables. Pekín dejaba vía libre para que sus ideas y proyectos florecieran sin que hubiera reguladores de por medio. Pero eso ha cambiado.
El último mensaje de Pekín ha sido contundente: nadie está por encima del partido. Y la mejor manera para que eso quedara claro era ir a por el empresario más rico y venerado. Todo empezó después de que el Gobierno chino, por orden directa de Xi Jinping, paralizara la salida a bolsa más grande de la historia.
Todo estaba listo para la OPI de 29.200 millones de euros de Ant Group, matriz de Alipay, la plataforma de pagos de Alibaba que utilizan alrededor de 1.000 millones de personas. Aunque desde Pekín, si permitían que la operación siguiera adelante, temían que el PCCh perdiera poder al dar demasiado control sobre el sistema financiero a Ant Group. El Gobierno chino congeló la oferta pública con la excusa de que la fintech no cumplía los requisitos.
Pero para entender las razones del golpe, hay que retroceder hasta el 24 de octubre. En un foro económico en Shanghai, Jack Ma criticó a los reguladores chinos. «No deberíamos regular un aeropuerto como si fuera una estación de tren. No deberíamos regular el futuro con los medios de ayer», dijo. «Es imposible que la mentalidad de casa de empeños apoye la demanda financiera del desarrollo global durante los próximos 30 años. Debemos aprovechar nuestras capacidades tecnológicas hoy y construir un sistema de crédito basado en big data, para deshacernos de la mentalidad de casa de empeño», prosiguió el empresario chino.
«La OPI de Ant se suspendió poco después de que el magnate comparara los bancos estatales de China con las casas de empeño. Los perros guardianes chinos a menudo lanzan ataques regulatorios relámpago, buscando dar un ejemplo de mal comportamiento como disuasivo para los demás», explicaba Angela Zhang, experta en antimonopolio de la Universidad de Hong Kong.
Pero el Gobierno chino aún se había guardado una última carta contra Ma para la víspera de Nochebuena. «La Administración Estatal de Regulación del Mercado de China ha comenzado una investigación sobre Alibaba Group por presunta conducta monopólica». Esta breve nota, publicada el 24 de noviembre por la agencia estatal Xinhua, fue el último golpe, y el más doloroso, al gigante del comercio electrónico más grande de China.
Horas después, las acciones de Alibaba se desplomaban un 15% al conocerse la apertura de una investigación antimonopolio. La denuncia contra Alibaba parece centrarse en la práctica de que los comerciantes o las marcas firmen contratos para vender productos exclusivamente en su plataforma. Aquellos que no lo hacen, y se quedan con otros mercados, corren el riesgo de que el tráfico de Internet se desvíe de sus escaparates en línea en el emporio Tmall de Alibaba a otros vendedores.
Las acciones de Alibaba han perdido más de una cuarta parte de su valor desde el 24 de octubre, cuando Ma criticó a los reguladores financieros. Los inversores reaccionaron así ante el temor de que Pekín haya perdido la paciencia con sus gigantes de la tecnología, incluso que ahora los perciba como una amenaza para la estabilidad política y financiera del país. Una situación que afecta a otras grandes empresas tecnológicas chinas como Tencent, Meituan y JD.com. Alibaba y sus tres mayores rivales han perdido alrededor de 164.000 millones de euros desde que los reguladores del país anunciaron una investigación por las supuestas prácticas monopolísticas de la compañía fundada por Jack Ma, quien ha perdido más de 12.000 millones de su fortuna.
Para Li Chengdong, analista tecnológico, la acción contra Alibaba y Ant Group está afectando mucho a otras empresas chinas. «Las nuevas regulaciones están perjudicando a las grandes plataformas de Internet, por lo que otras compañías tecnológicas como Tencent también están viendo caer los precios de sus acciones», opina. «A primera vista, el cambio en la imagen pública de Ma se debe en gran parte a las crecientes críticas del gobierno chino a su imperio empresarial. Pero una mirada debajo de la superficie muestra una tendencia más profunda contra los empresarios que sacaron al país de la era económica de las últimas cuatro décadas. Muchos en China parecen sentir que las oportunidades que disfrutaban personas como Ma están desapareciendo. Si bien China tiene más multimillonarios que Estados Unidos e India juntos, alrededor de 600 millones de sus habitantes ganan 150 dólares al mes o menos», escribe la analista Li Yuan en el New York Times.
El regulador del mercado chino anunció este lunes la imposición de multas por importe de 500.000 yuanes (61.800 euros) a Alibaba y Tencent por no cumplir con los procedimientos antimonopolísticos en la adquisición de otras firmas. La Administración Estatal para la Regulación del Mercado (SAMR), aseguró que estos conglomerados no informaron correctamente de las operaciones. Además, advirtió de que todas las empresas digitales deben someterse al escrutinio de las autoridades a la hora de llevar a cabo fusiones o adquisiciones, incluidas las de las pymes, para que estas puedan evitar la formación de monopolios y el «ahogamiento» a otras empresas con el objetivo de «poner trabas a la innovación».