Cadaqués es el pueblo costero más bonito de España. Al menos, así lo eligieron las 100.000 personas que participaron en la encueta de la comunidad viajera de ‘Lonely Planet’. Por eso, cada vez es más frecuente que sea uno de los destinos favoritos de la Costa Brava para muchos turistas. Sin embargo, este hecho provoca que este pequeño pueblecito de Girona esté empezando a perder una de sus grandes esencias: las piedras de sus playas.
Los ecologistas aseguran que son los veraneantes los que se llevan las rocas de recuerdo a sus casas pero advierten que este «pequeño gesto», al repetirse continuamente, perjudica, no solo al paisaje de Cadaqués, sino a la biodiversidad de la zona.
Aseguran que en los últimos cinco años han desaparecido el 40 % del total porque ha puesto de moda llevárselas a casa a modo de souvenir. Las piedras antes de que este gesto se pusiese de moda cubrían toda la superficie de la playa pero ahora la arena gana cada vez más terreno. Por eso, buscan soluciones.
Multas de hasta 350 euros
Han impulsado una campaña para que estos guijarros vuelvan a estar en su lugar. Por el momento han conseguido recuperar alrededor de 200 kilogramos, aunque esperan que con esta campaña las personas se conciencien del daño que puede suponer un gesto que no tiene por qué ser mal intencionado.
Además, para a quien no le preocupe demasiado que se dañe el paisaje o el ecosistema del lugar, al menos debe tener en cuenta que también podría dañar su bolsillo porque llevarse una de estas piedras puede ser sancionable con una multa de hasta 350 euros.
«Las piedras son una identidad de nuestro pueblo y no se deben tocar», denuncia uno de los vecinos que participa en esta labor de recolección. Quieren mantener intacto uno de los patrimonios naturales más únicos y uno de los pueblos con más encanto de la Costa Brava.