El coronavirus ha cambiado nuestra vida y también nuestras tradiciones. Una de ellas el miércoles de ceniza, que se ha visto modificada debido a la situación epidemiológica del país.
El comienzo de la cuaresma viene marcado por el coronavirus y las iglesias han tenido que adaptarse a la situación. Este año, la imposición de la ceniza es diferente para evitar el contacto entre clérigos y fieles. Los devotos deberán mantener en todo momento la distancia de seguridad y el sacerdote no realizará la señal de la cruz sobre la frente de los fieles, sino que dejará caer la ceniza sobre la cabeza de cada persona.
Más sobre Nacionales: Fallece un conductor de 35 años tras colisionar con un caballo en la EX-107 de Badajoz
Imposición de ceniza con distancia y sin contacto
Por la misma razón, las autoridades eclesiásticas también han desaconsejado los besapiés o besamanos a las imágenes de culto.
Las restricciones en los templos oscilan entre un tercio y la mitad del aforo permitido. Pero las comunidades más restrictivas son Aragón, Castilla y León o Cataluña. En el conjunto del país tampoco están permitidos los actos y ceremonias religiosas, como bodas o funerales, multitudinarias.
La celebración de la Semana Santa también pende de un hilo. El epidemiólogo y director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, ya ha advertido que, a pesar de la tendencia descendente registrada en los últimos días, la situación sigue siendo «muy mala y muy delicada».
El objetivo es conseguir que el 70% de la población esté vacunada contra el coronavirus para verano pero el ritmo de vacunación sumado a los problemas con la distribución y retraso de los fármacos dificultan cada vez más alcanzar esta meta.