El trío de astronautas más famoso de todos los tiempos lidió con la fama, la política, problemas personales y alcoholismo, entre otras cosas.
El 16 de julio de 1969 despegaron del Centro Espacial Kennedy en Florida. Eran Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins. Después de cuatro días de viaje y tras abandonar la órbita terrestre, Armstrong y Aldrin pasaron al Águila, el módulo lunar, para posarse en la superficie de la Luna y luego descender. “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, dijo Armstrong, el 20 de julio a las 10:56, cuando puso un pie sobre la Luna. ¿Qué fue de la vida de los tres al volver a Tierra?
Se agotó de la fama y se compró una chacra en Ohio, dónde había nacido. Siguió siempre ligado a la NASA, dando charlas y como asesor, y se dedicó a dar clases de ingeniería espacial en la Universidad de Cincinnati.También recibió ofrecimientos para hacer política de parte de los dos grandes partidos norteamericanos, pero no se sumó a ninguno. La Luna y sus consecuencias eran intocables para él. Siempre tuvo perfil bajo y dejó de firmar autógrafos cuando se enteró que muchos los vendían o subastaban. Como por ejemplo su peluquero, a quien le inició acciones legales. Hizo algunas publicidades y sufrió la muerte de una hija de cáncer. Se casó dos veces y tuvo otros dos hijos, Mark y Rick. Murió el 25 de agosto de 2012, a los 82 años, por problemas cardíacos.
Volvió de la Luna conflictuado por no haber sido designado como el primero en pisarla. Además, se enojó con la NASA por no contemplar el daño psicológico que le provocó ir a la Luna. De hecho, al volver, cuando tenía casi 40 años, se deprimió severamente y padeció alcoholismo durante años. Se casó tres veces y tuvo tres hijos. Ya recuperado, con 90 años, da charlas, celebra su rol en aquella gesta y fomenta proyectos para llegar a Marte.
Siempre tuvo claro su papel y lo celebró. No pisó la Luna porque se quedó esperando a sus compañeros en la órbita e incluso se rio cuando desde el control de Houston le decían que era el único ser humano que ni siquiera estaba viendo el alunizaje por televisión. Supo lidiar con la fama y está entre los más requeridos de los tres por la prensa por su disponibilidad y buen trato. Dejó la NASA en 1970 y se animó a la política: estuvo en la Secretaría de Estado de Asuntos Públicos en la década del 70 y dirigió el Museo Nacional del Aire y del Espacio Smithsonian de Washington. Tiene 90 años y tres hijos.