El ‘pez vampiro’ es una criatura antigua, que vive en nuestros océanos desde hace cientos de millones de años. Pertenecen a un antiguo linaje de animales marinos que no tienen mandíbula y que son similares a las anguilas. Los mismos cuentan con una proteína que es capaz de apagar los circuitos cerebrales. Y quizás lo más impresionante es que desactiva las regiones asociadas con la adicción, la ansiedad y la depresión, detalló el portal británico mencionado.
Los investigadores de este estudio pertenecen a la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington y de la Universidad de Washington en St. Louis. Explican que después de varios estudios, notaron que podían tomar un gen de la proteína, llamada parapinopsina. Entonces descubrieron que gracias a esta sustancia controlaban la forma en que las neuronas se comunican entre sí.
La parapinopsina y su influencia en el cerebro
Asimismo, afirman que la parapinopsina también responde a la luz. ¿Qué significa esto? Pues que es posible utilizar rayos de luz para apagar el circuito o reactivarlo. De esta manera se podrá alterar los comportamientos de recompensa. Algo que podría llevar a implantes cerebrales para administrar el tratamiento.
Dicen los científicos que aquellas personas, que sufren enfermedades mentales como la adicción, ansiedad y depresión, querrían apagar el cerebro por un instante, arreglar el problema y volverlo a encender. Y aunque esto suene a un concepto muy genérico, este es el objetivo que los investigadores ven posible con la parapinopsina.
De hecho, los expertos de las casas de estudios mencionadas, ya lograron apagar circuitos del cerebro, gracias a la proteína presente en la lamprea.
¿Qué dicen los expertos?
“Encontramos una proteína particular que proviene de la lamprea que ha existido durante cientos de millones de años. Tomamos el gen de esa proteína y descubrimos que podemos controlar la forma en que las neuronas se comunican entre sí, que es la forma en que las sustancias químicas se transmiten al cerebro”, dijo Michael Bruchas, profesor de anestesiología y medicina del dolor en la Universidad de Washington.
Durante décadas, neurocientíficos de todo el mundo han trabajado con diferentes proteínas sensibles a la luz. Las mismas han sido halladas en bacterias o plantas, y han intentado influir sobre los circuitos del cerebro. Sin embargo, los experimentos habían sido poco productivos hasta el reciente hallazgo en el ‘pez vampiro’.
Finalmente, a la parapinopsina la describen como una proteína GPCR (receptor acoplado a proteína g). Surgieron en la llamada era primaria de la evolución y en la actualidad se pueden encontrar 850 tipos diferentes en los mamíferos.
“Controlan todo”, explican. “Desde la frecuencia cardíaca hasta el almacenamiento de grasa, las recompensas y las respuestas al estrés”, añadieron. También responden positivamente a dos importantes sustancias químicas llamadas dopamina y la serotonina. Estas son las responsables de que las personas se sientan bien. Por lo tanto, son fundamentales para el aprendizaje y la recompensa.
Lo más importante de este hallazgo es que eliminaría por completo el uso de fármacos para tratar enfermedades del cerebro. Los químicos tienen efectos secundarios y con la parapinopsina solo se ejecutaría un rayo inofensivo de luz.