En el trienio 2019-2021 desembarcaron alrededor de 109.000 migrantes en las costas italianas. El número procede del Ministerio del Interior de Italia y equivale casi al total de los llegados de esa manera al país en este 2022, que ya superan los 100.000. Y de estos, casi 30.000 han llegado desde octubre hasta hoy (fueron 21.000 en 2021). La diferencia: en ese mismo periodo hace un año gobernaba Mario Draghi; este 2022, lo hace el Ejecutivo que lidera la ultraderechista Giorgia Meloni con el sostén de la Liga de Matteo Salvini y Forza Italia de Silvio Berlusconi.
Italia es capaz de estas sorpresas. Meloni, una política surgida de las cenizas del neofascismo italiano, llegó al poder prometiendo que pondría un freno a la inmigración irregular. Fue también uno de sus caballos de batalla durante su campaña electoral en septiembre. En noviembre, ya nombrada primera ministra, incluso se negó a acoger a unos 200 migrantes a bordo de una nave humanitaria y se enzarzó en un pulso diplomático con Francia. Este conflicto acabó por dañar la relación entre los dos países y aún no se ha resuelto.
Además, todo esto no ha impedido que los migrantes sigan jugándose la vida al intentar llegar a Italia por el Mediterráneo central. Esta es hoy, lejos, la ruta migratoria más concurrida, como también confirman en los mapas de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Le sigue la ruta de Marruecos hacia España y, en tercera posición, la de Turquía hacia Grecia.
CRISIS ENERGÉTICA
Más aún. Italia ha recibido este año migrantes que zarparon en pateras de casi todos los países del norte de África (Argelia, Túnez, Libia y Egipto), e incluso algunos que han viajado directamente desde Grecia y Turquía en dirección al sur del país transalpino, según ACNUR. También llama la atención que las primeras tres nacionalidades de los migrantes desembarcados en Italia no son de países que se encuentran técnicamente golpeados por conflictos bélicos, si no que se trata de Egipto, Túnez y Bangladesh.
Las causas de esta tendencia no son aún del todo conocidas, aunque muchos expertos apuntan a la crisis energética, que ha disparado la inseguridad alimentaria en los países más vulnerables. Por otra parte, los resultados de Meloni en este frente no son de momento particularmente ventajosos para su discurso.
La líder de Hermanos de Italia mantiene una retórica muy belicosa contra la inmigración irregular y el 29 de diciembre aprobó un nuevo decreto ley por el que se establece que las autoridades pueden multar y confiscar barcos de oenegés que operan en el Mediterráneo e incumplen algunas reglas, como violar sin autorización los límites territoriales. El Gobierno ha asegurado que se respetarán las situaciones previstas por la Convención Derecho del Mar de la ONU, lo que deja en el aire el margen de movimiento que tendrán las oenegés que rescatan a migrantes en el mar .
En paralelo, las negociaciones de Meloni con la Unión Europea para que se revisen los acuerdos migratorios tampoco han tenido aún un resultado que aporte un cambio en el terreno. La explicación tal vez se halle en que Italia tiene siete veces menos refugiados que Alemania y la mitad de los de Francia, como observaba recientemente el escritor Saverio Tommasi. Cuestión es que un reciente informe del Instituto Unipolis, en colaboración con Demos, ha revelado que solo el 7% de los italianos consideran este tema como «una emergencia». Las preocupaciones hoy son otras: el covid y el trabajo.
UN PAÍS QUE NECESITA INMIGRANTES
El entuerto estadístico no acaba aquí. En estos días también ha sido divulgado el último censo de la población italiana del Instituto Nacional de Estadísticas (ISTAT), relativo a 2021. Según este informe, Italia sigue perdiendo población (-200.000 habitantes el año pasado), lo que ocurre de manera continuada desde 2015. Desde este año, la cantidad de migrantes que el país recibe cada año ya no es suficiente para poner un freno al descenso poblacional.
Tanto es así que, al presentar el último informe sobre la cantidad de migrantes necesarios para mantener en pie el sistema productivo italiano, el subsecretario de la presidencia del Consejo de Ministros, Alfredo Mantovano, hizo un anuncio sorpresivo. Dijo que el país necesitará más de 80.000 trabajadores no comunitarios para sus empresas, un cifra superior a la de los años pasados. Ya el pasado verano, diversos sectores, entre ellos el turístico, lamentaron la ausencia de un número suficiente de trabajadores.