El Banco de España constata una desaceleración en la economía, debido a las altas tasas de inflación globales, la normalización de la política monetaria (es decir, volver a la ortodoxia, con una política monetaria más restrictiva) y la guerra de Ucrania.
Esta desaceleración se muestra en los indicadores de PMI, que están descendiendo por debajo de 50 puntos (indica expectativas de recesión) y en el comercio de bienes, con un descenso muy importante en España de las exportaciones, superior al de las importaciones, que está empeorando el saldo de la balanza por cuenta corriente (y que en su espejo de la balanza financiera nos hace más deudores). Dicha desaceleración se prevé que sea importante, al menos, en los dos últimos trimestres del año y en el primero de 2023. Así, el precio del gas y de la energía incidirán con fuerza en la desaceleración y mantendrán la inflación alta durante mucho tiempo más del esperado inicialmente por el BCE.
En estas circunstancias, mientras que Francia, Alemania, Italia y la media de la eurozona han alcanzado o superado el nivel de PIB real previo a la pandemia, España está todavía más de dos puntos por debajo, pese a que el nivel de empleo sí se ha alcanzado, lo cual indica que se está deteriorando la productividad en España.
Asimismo, el diferencial de inflación de España con la eurozona está creciendo, con el desequilibrio que supone separarse de la media, impulsado por un incremento importante de la inflación en restauración y turismo.
En el sector exterior, el deterioro de la balanza comercial es intenso, impulsado por el mayor valor de las importaciones energéticas -tanto por su mayor precio como por la depreciación del euro-.
Por otra parte, pese a la buena evolución del turismo, se ven signos de debilitamiento en la economía, especialmente en los siguientes indicadores:
- Los últimos datos de empleo.
- El indicador de sentimiento económico.
- Matriculaciones de vehículos.
- Índice de comercio minorista.
- IPI.
Aunque España se vería menos afectada por un corte en el suministro del gas ruso, se vería impactada indirectamente, por caída de las exportaciones a nuestros socios, al empobrecerse ellos más por esta vía.
En los mercados financieros, se confirma en el mercado de deuda, con una ampliación sostenida de la prima de riesgo con Alemania.
De hecho, se observa cómo cada vez la deuda española es más dependiente de la deuda que compre el BCE (a través del Banco de España), ya que acumula mayor porcentaje en los últimos años.
En el mercado bancario, la demanda de crédito está descendiendo. Especialmente, los préstamos hipotecarios está cayendo debido, tanto al empeoramiento de expectativas de la economía, como al encarecimiento de la financiación. De momento, todavía no se está trasladando tanto el incremento de tipos a los préstamos hipotecarios respecto a otras ocasiones anteriores (probablemente, por mayor peso de los préstamos a tipo fijo), pero el riesgo de ello existe.
En definitiva, de la lectura de la presentación del Banco de España en la Bolsa de Madrid se puede ver que, en el caso español, hay riesgos de deterioro importante. Esto no es fruto de la casualidad, sino de la ausencia de una política económica clara, fiable y ortodoxa, que está empujando a la economía a esta terrible situación.